Ir al contenido principal

La Casa del Señor.



“Destruid este templo, 
y en tres días lo levantaré” 
(Jn 2,19)

La belleza de nuestras iglesias y catedrales es solo un reflejo de la belleza del verdadero Templo:
Jesucristo, del cual somos su Cuerpo, por el Bautismo.
Pidamos hoy al Señor que arroje de nuestro corazón toda forma de idolatría.


 Jesús echa fuera del recinto del templo a los animales y pronuncia una palabra profética:
Él es el nuevo templo, el lugar del encuentro del ser humano y Dios.
Jesús te invita a entrar en su presencia y a adorar a Dios en espíritu y en verdad.

Jesucristo Tú eres nuestro modelo de oración.
Que aprendamos a respetar nuestro cuerpo como templo Santo donde habita Dios.

"El templo de Dios es santo: 
ese templo sois vosotros".

Ahora somos nosotros su templo y hogar donde Dios habita y ha decidido vivir.
Miremos a cada hermano habitado por Dios.

El signo eres Tú mismo, Tu vida, Tu proyecto, Tu mirada sobre cada persona.

Somos templo del Espíritu las manos débiles, las rodillas vacilantes, los que ya se doblan, los pequeños y vulnerables los pies cansados...
Dios hace morada en ti.

Cristianos convencidos y celosos por la Casa del Señor, no un edificio, sino la Iglesia.
Valientes para purificarla de tanto 'mercadeo' por nuestra conversión personal, oración y penitencia, látigo en nuestras manos.
¡La mejor purificación que podemos ofrecer!

A menudo la gente se escandaliza cuando se profanan iglesias o capillas. 
¿Nos escandalizamos igual cuando sea ultrajan los cuerpos de nuestros hermanos inmigrantes?
También son Cuerpo de Cristo.


María, Templo puro, piedra viva de la Casa del Señor, consagrada como lugar de plena oración y culto verdadero al Padre.
¡Intercede, haz de nuestra vida ser templo, casa, donde los demás se encuentren con el Dios Vivo!






Señor, yo quiero entrar en tu santuario.
 Dame manos limpias, corazón puro, enséñame a amar.
Tu sangre me limpia, tu Palabra me abrasa, tu Espíritu Santo inunda mi ser.      


Señor, bendice mis manos
para que sean delicadas y sepan tomar
sin jamás aprisionar,
que sepan dar sin calcular
y tengan la fuerza de bendecir y consolar.

Señor, bendice mis ojos
para que sepan ver la necesidad
y no olviden nunca lo que a nadie deslumbra;
que vean detrás de la superficie
para que los demás se sientan felices
por mi modo de mirarles.

Señor, bendice mis oídos
para que sepan oír tu voz
y perciban muy claramente
el grito de los afligidos;
que sepan quedarse sordos
al ruido inútil y la palabrería,
pero no a las voces que llaman
y piden que las oigan y comprendan
aunque turben mi comodidad.

Señor, bendice mi boca
para que dé testimonio de Ti
y no diga nada que hiera o destruya;
que sólo pronuncie palabras que alivian,
que nunca traicione confidencias y secretos,
que consiga despertar sonrisas.

Señor, bendice mi corazón
para que sea templo vivo de tu Espíritu
y sepa dar calor y refugio;
que sea generoso en perdonar y comprender
y aprenda a compartir dolor y alegría
con un gran amor.
Dios mío, que puedas disponer de mí
con todo lo que soy, con todo lo que tengo.


Comentarios

Entradas populares de este blog

"Señor, enséñame a orar"

“Cuando oréis decid: “Padre”  (Lc 11,2).    Los discípulos fascinados por las palabras y gestos de Jesús se preguntan: ¿De dónde le nace tanta vida al Maestro? Por eso le piden que les muestre el manantial que lleva en el interior, que les enseñe a orar, que les revele “eso” que le lleva a entregar la vida, gratuitamente, por los caminos.   Acoge en silencio profundo la palabra más bella, más entrañable y más nueva que Jesús lleva en su corazón: ¡Abba!   ¿Cuántas veces has dejado de orar? Por dejadez, desánimo...hay mil causas. El Padre es bueno, te espera paciente y sabe que en el fondo de tu corazón anhelas estar cerca de Él. Dile confiado: "Señor, enséñame a orar" En este mundo a veces tan chato y funesto donde pareces no estar, Señor, enséñanos a orar.  Sí, enséñanos a orar, a tener claro y a recordar que somos tuyos y no nuestros. Orar es conectar con la raíz del ser; es entrar en la onda del Padre, sin...

Gracias, Señor.

El titulo de esta entrada me la ha do el Papa Francisco esta mañana en su tuit  @ Pontifex_es Termina un año y estamos a punto de comenzar uno nuevo. Se cierra un libro y empieza un nuevo libro con las paginas en blanco. Hoy es un buen momento para hacer balance del año, pedir perdón, dar gracias y pedir ayuda.  En el año que termina ha habido de todo, pero la certeza del amor de Dios ha estado conmigo todos los días. Su ternura la he sentido muchas veces, y muchas veces su mano me ha levantado. Gracias, Señor porque no termino el año sólo y el nuevo lo puedo empezar contigo. Por eso yo no le pido nada al 2015, yo se lo pido a Dios. En tus manos Señor pongo mi vida en este nuevo año 2015

SAN JOSÉ

Salve, José, amante y tierno padre. Salve, guardián de nuestro Redentor. Esposo fiel de tu bendita Madre y salvador del mismo Salvador. Al buen Jesús pudiste ver sin velo y sobre ti sus miembros reclinó. Al Hacedor de tierra, mar y cielo con cuánto amor le besas y te besó. ¡Oh, qué feliz el nombre de Hijo que dabas! Ninguno fue por Dios tan encumbrado como tú, José. ¡Oh, fiel guardián de nuestro Redentor! Dichoso aquél, José, que tú proteges y el que con fe te invoca en la aflicción, jamás, jamás lo dejas sin amparo y protección. ¡Oh, San José, amante y tierno padre, santo sin par y espejo de virtud! Haznos amar a la divina Virgen y a nuestro Dios y Salvador. “Protege, oh bienaventurado José, protégenos en nuestras tribulaciones. Defiéndenos de las asechanzas del demonio, protégenos con tu patrocinio, y ayúdanos y sostennos con tu auxilio para que podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza”. (León XIII)