“Cuidado con que nadie os engañe”
(Lc 21,8)
La conversión es
un proceso que dura toda la vida.
Y cada día nos
debatimos entre el amor y el miedo.
Sólo el perdón
nos devuelve a la inocencia, a la libertad para la que fuimos creados.
Jesús es el
rostro visible de un Dios misericordioso.
Un Dios cercano
que cuida a los heridos de nuestro mundo, que acoge a los que buscan refugio,
que alienta a los desesperados.
Que nos ama hasta
el extremo.
Los oyentes de Jesús querían saber qué signos anunciarían
el fin del mundo.
Mucho de lo anunciado ha pasado y sigue pasando en
nuestros días.
Nadie sabe cuándo será el final.
Todos los gurús que han intentado asustar con sus
predicciones han fracasado.
Lucas exhorta a la comunidad cristiana a vivir en alerta
ante posibles signos engañosos, a poner los ojos en Jesús y a recorrer su
camino con coraje y valentía, en medio de las pruebas y dificultades del
momento presente.
De vez en cuando es importante recordar lo vano que
resulta poner nuestra confianza en la belleza, el poder, el dinero, las
instituciones, incluso las personas...
Todo pasa. Nuestra confianza sólo en ti, Señor.
En medio de los
sufrimientos y de las tribulaciones de este mundo, Jesucristo, Templo verdadero
y definitivo, permanece en nosotros y nos va transformando, por medio de su
Espíritu, en piedras vivas de su Iglesia.
El verdadero anuncio es el de Jesús:
«Estad preparados porque no sabéis ni el día ni la hora».
No es motivo de temor.
Es un encuentro de
amor.
Jesús es tu
Salvador, deja que su Amor te libere de todos tus temores y esclavitudes.
- Señor, confío en tu Providencia.
En la angustia, mira al cielo y encontrarás una señal: ¡invoca a María!
En la fiesta de la Medalla Milagrosa, la Virgen nos recuerda que, solo quien acoge a Dios como Ella, vive acogiendo a los demás por lo que son: hermanos.
Gracias Madre buena por tu abrazo en el abrazo de mi madre.
¡Medicina de Dios llena de cariño y esperanza!
¡Gracias!
Tú me invitas, Señor a dejar mi vida en tus Manos, a
vivir con esperanza el momento presente y a hacer de este mundo un mundo de
vida y de paz.
Señor, dame una mirada como la tuya, una mirada que no se
quede en la superficie, que sepa bucear a lo más profundo de la realidad.
Señor, convencerme de que sólo permanece lo que se construye sobre el cimiento sólido del amor y la verdad, aunque parezca pequeño y débil.
Ayúdame a darme cuenta de que no quedará piedra sobre piedra de todo lo que se levanta sobre la mentira y el egoísmo, por grande y bello que parezca.
Señor, orienta y dirige mi trabajo y mi vida, para que no pierda el tiempo y la fuerza con lo que no tiene fundamento y desaparece; para que todas mis obras broten de ti, como de su fuente, y tiendan siempre a ti, como a su fin.
Señor, convencerme de que sólo permanece lo que se construye sobre el cimiento sólido del amor y la verdad, aunque parezca pequeño y débil.
Ayúdame a darme cuenta de que no quedará piedra sobre piedra de todo lo que se levanta sobre la mentira y el egoísmo, por grande y bello que parezca.
Señor, orienta y dirige mi trabajo y mi vida, para que no pierda el tiempo y la fuerza con lo que no tiene fundamento y desaparece; para que todas mis obras broten de ti, como de su fuente, y tiendan siempre a ti, como a su fin.
Comentarios
Publicar un comentario