Dar como Dios nos da



“Esta viuda pobre 
ha echado más que nadie”. 
(Mc 12, 38-44).

El abandono a la mano de Dios pertenece a los pobres, dispuestos a tomar el último trozo de pan de la boca para dárselo a los más hambrientos que ellos.
En cambio, el egoísmo de los ricos exige una acumulación que no sepa tregua y ceda a la compasión.

Jesús, que ha admirado el gesto de la viuda y lo ha elogiado, no mide los actos humanos con nuestra medida que se detiene en las apariencias. 
No mide en cifras lo que damos; lo mide en amor, lo evalúa con el metro de los valores internos de la persona; llega al corazón.

Al igual que la viuda del evangelio, así es la forma como Dios lo hace.
Él no nos da de su abundancia (en este caso, ¡estaría mejor representado por los donantes ricos que por la oferta de la viuda!), Él no nos da de lo que tiene, sino de lo que es: su propia vida divina.

Dar como Dios nos da: sin medida, de lo que 
verdaderamente tenemos, confiadamente...
en su mano


En la viuda queda al descubierto el valor de dar lo que uno tiene, lo que uno es.
Cuando uno comparte lo más esencial lo ordinario se torna extraordinario. 
Sólo cuando nos damos desde ahí nos ponemos en juego en la Vida.

'Con la fuerza de Dios, somos los afligidos siempre alegres, los pobretones que enriquecen a muchos, los necesitados que todo lo poseen'.
¡Toma ya!
Si realmente lo creyésemos o lo intentásemos... 

Alaba, alma mía, al Señor que domingo a domingo ni la 'orza de harina' se vacía: ¡pan partido entre hermanos!
Ni la 'alcuza de aceite' se agota:
¡Espíritu derramado que nos unge!
¡Eucaristía!
¡Bendiciones! 

Hagamos de nuestra pobreza la medida de nuestra salvación.
¿Qué mejor ofrenda que darnos nosotros y nuestra vida a los demás desde la generosidad y gratuidad? 

DAR AL MÁXIMO
Dar al máximo de nuestros límites, con derroche, sin medida.
Dar al máximo de nuestros límites, con pasión, dando vida.


Ser generoso no significa dar de lo que nos sobra.
Ser caritativo no significa dar lo que ya no queremos.
Ser solidario significa darse del todo, compartir la vida.
Amar.
Sin más.

María todo el que se acerque a ti descubrirá que eres la 'Medida de Dios': 'orza de harina', tú eres el pan de la primera Eucaristía, la Encarnación; 'alcuza de aceite', Cenáculo del primer Pentecostés, la Encarnación. 

Aunque tu ofrenda no tenga ningún valor, en unión a los méritos de María, éste crecerá y será una ofrenda única.


Gracias, Señor, por los pobres que nada tienen y aún reparten,
por las personas que pasan sed y agua nos dan,
por los débiles que a su hermano fortalecen,
por los que sufren y comparten su consuelo,
por los que esperan y contagian su esperanza,
por los que aman aunque el odio les acorrale.

Gracias, Señor,
cuando crece la alegría y nos inunda,
cuando dicen nuestros labios la verdad,
cuando amamos el sentir de los sencillos,
cuando abunda el bien y llena los hogares,
cuando un hombre donde hay guerra pone paz,
cuando hermano le llamamos al extraño.

Gracias, Señor, por estos milagros que suceden cada día,
sin que a veces nos demos cuenta.



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