“Sal por los caminos y senderos
e insísteles hasta que entren
y se me llene la casa"
(Lc 14, 24).
“Venid, que ya está preparado. Pero todos se excusarán…”
Querido Dios:
Libérame de mis excusas, de mis “no puedo”, del tronco seco de mi apatía.
Abre, abrid las puertas de los templos.
Abrid las puertas fraternas y comunitarias.
No construyáis templos estufas para selectos.
Que nadie se quede fuera.
Nada más que añadir.
Una Iglesia tocada por la ley de la oferta y la demanda, por eso no apreciamos el don gratuito de la salvación.
Demasiados banquetes, como fruta en tiempo de temporada.
Es gratis, pero nos compromete a valorar lo que se nos regala y hemos de regalar sin excusas.
No antepongamos nada al amor de Dios.
Que ningún afán económico, ideológico o afectivo nos impida disfrutar cada día de la Presencia del Reino de Dios entre nosotros, del gozo y la alegría de su amor misericordioso.
Seguir a Jesús es recrear su sueño comunitario, unirse a los demás para que su Reino se haga presente.
Y hay espacio para todas y todos, sobre todo para quienes no cuentan y les cierran todas las puertas.
Se nos olvida que somos invitados al Reino por ser pobres, inválidos, ciegos y cojos...
Señor, tenemos hambre y sed...
de amor, de esperanza, de alegría, de entrega,
y Tú nos dices: Venid, comed pan sin pagar, bebed vino y leche de balde.
de amor, de esperanza, de alegría, de entrega,
y Tú nos dices: Venid, comed pan sin pagar, bebed vino y leche de balde.
La oración en un banquete, la Eucaristía es un
banquete,
la solidaridad es un banquete.
Pero ponemos excusas:
somos demasiado jóvenes o demasiado viejos,
tenemos mucho que estudiar o mucho que divertirnos,
el trabajo ocupa todo nuestro tiempo,
hoy no puedo, tengo prisa, quizá mañana.
¿Qué nos pasa, Señor?
Tenemos sed y no bebemos el agua más fresca.
Tenemos hambre y no comemos el pan más tierno.
Tenemos frío y no nos acercamos al fuego que no se apaga.
Nos sentimos solos y no nos dejamos acompañar por Ti.
Señor, te pido que, al menos hoy, no te ponga excusas
y me acerque a Ti, sin miedos, sin reservas, sin prisas.
Que al menos hoy acepte el pan de tu amor y el vino de tu alegría.
Que al menos hoy sepa servir a quien me necesite.
Que al menos hoy sepa compartir la alegría de ser tu hijo.
la solidaridad es un banquete.
Pero ponemos excusas:
somos demasiado jóvenes o demasiado viejos,
tenemos mucho que estudiar o mucho que divertirnos,
el trabajo ocupa todo nuestro tiempo,
hoy no puedo, tengo prisa, quizá mañana.
¿Qué nos pasa, Señor?
Tenemos sed y no bebemos el agua más fresca.
Tenemos hambre y no comemos el pan más tierno.
Tenemos frío y no nos acercamos al fuego que no se apaga.
Nos sentimos solos y no nos dejamos acompañar por Ti.
Señor, te pido que, al menos hoy, no te ponga excusas
y me acerque a Ti, sin miedos, sin reservas, sin prisas.
Que al menos hoy acepte el pan de tu amor y el vino de tu alegría.
Que al menos hoy sepa servir a quien me necesite.
Que al menos hoy sepa compartir la alegría de ser tu hijo.
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