“¡Jesús hijo de
David,
ten compasión de mí!
(Lc 18,38)
Ama a los demás desde lo pequeño, con gestos sencillos y
humildes.
Afronta las dificultades con entereza.
Que ningún problema te amilane.
Que no tiemble ni se acobarde tu corazón ante la
oscuridad de mundo.
Cristo es nuestra luz y no nos deja solos.
Ahí, se puede no ver salida o tener Fe.
Y nosotros podemos ser los que silencian a esa persona y
la mantienen al borde, o los instrumentos de los que se vale Jesús para
reintroducirla al camino
El Reino de Dios y su misericordia siguen actuando en la
vida de Jesús, sobre todo cuando se encuentra con la fe de un ser humano pobre
y necesitado.
Grita a Jesús que necesitas su compasión y acoge a los están
en los bordes del camino.
¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!
A te este grito como el del ciego no puede negarse el
Señor, ve nuestra angustia, desesperación...
si le suplicamos con fe.
si le suplicamos con fe.
Jesús es capaz de sanar nuestras dolencias y de no dejarnos
solos en todo momento.
Señor, dame la fe para saber que Tú siempre estás
conmigo.
Necesito la habilidad de ver todo desde tu punto de vista.
Permíteme adorarte y glorificarte por tu constante
compañía y por nunca dejarme solo en mis problemas y tristezas.
Aumenta mi fe para ser capaz de experimentar tu amor en
las dificultades y pruebas.
-Señor, que vea otra vez.
¡Señor dame “colirio” de Fe!
SEÑOR, QUE VEA
Señor, que vea el día y la luz.
Señor, que vea quién eres tú. Señor, que vea la vida y el
color.
Señor, que vea cómo es tu corazón.
Señor, que vea tus labios y tus ojos.
Señor, que vea sólo tu rostro.
Pon tu luz en mi mirada para que pueda contemplarte en
todo lo que me rodea y en todos mis hermanos.
Jesús, abre los ojos de mi corazón a la fe en ti, para
que te siga por el camino alabando y glorificando tu nombre.
Tú no eres Señor, un Dios impasible,
no eres distante y duro con los hombres.
Tú conoces nuestra debilidad,
nuestras tendencias orgullosas, violentas y egoístas.
Conoces bien todas nuestras miserias.
Tú eres misericordioso y compasivo
Tú padeces y compadeces,
Tú eres compasión.
Compadécete de nosotros.
Ven, Señor, a socorrernos,
y danos un corazón nuevo,
un corazón limpio y sincero,
un corazón lleno de compasión,
Qué sintamos la impotencia del caído y le ayudemos a levantarse.
Qué compartamos el dolor del enfermo y le cuidemos.
Qué miremos con misericordia al que se equivoca y le enseñemos el Camino.
Qué suframos el miedo del cobarde y le animemos.
Qué padezcamos la decepción del engañado y le mostremos la Verdad.
Qué comprendamos el vacío del violento y le ayudemos a buscar la paz.
Qué soportemos el pesimismo del desilusionado y sembremos esperanza.
Qué probemos la necesidad del hambriento y le ofrezcamos pan y cariño.
Qué hagamos nuestra la rabia del golpeado y lo tratemos con dignidad.
Que nos compadezcamos del egoísta y le amemos.
Quédate con nosotros, para ser cada día más parecidos a ti.
no eres distante y duro con los hombres.
Tú conoces nuestra debilidad,
nuestras tendencias orgullosas, violentas y egoístas.
Conoces bien todas nuestras miserias.
Tú eres misericordioso y compasivo
Tú padeces y compadeces,
Tú eres compasión.
Compadécete de nosotros.
Ven, Señor, a socorrernos,
y danos un corazón nuevo,
un corazón limpio y sincero,
un corazón lleno de compasión,
Qué sintamos la impotencia del caído y le ayudemos a levantarse.
Qué compartamos el dolor del enfermo y le cuidemos.
Qué miremos con misericordia al que se equivoca y le enseñemos el Camino.
Qué suframos el miedo del cobarde y le animemos.
Qué padezcamos la decepción del engañado y le mostremos la Verdad.
Qué comprendamos el vacío del violento y le ayudemos a buscar la paz.
Qué soportemos el pesimismo del desilusionado y sembremos esperanza.
Qué probemos la necesidad del hambriento y le ofrezcamos pan y cariño.
Qué hagamos nuestra la rabia del golpeado y lo tratemos con dignidad.
Que nos compadezcamos del egoísta y le amemos.
Quédate con nosotros, para ser cada día más parecidos a ti.
Amén.
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