Sal que sala, luz que alumbra.
"Vosotros sois la sal de la tierra y la luz del
mundo". (Mateo 5,13-16)
Hoy es la fiesta de San Isidoro.
El cumplió lo que predicaba del obispo:
“Esfuércese en abundar en la caridad, sin la cual toda
virtud es nada. Ocúpese con particular diligencia del cuidado de los pobres”
«Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar
lo que Dios ha preparado para los que lo aman.» (1 Cor 2,1-10).
Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu.
El Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios.
Hay momentos que ponen luz a toda una etapa de oscuridad.
Detalles que ayudan a pasar los malos tragos.
Hay personas que iluminan y dan sabor a la vida.
La hacen gustosa, la llenan de sentido.
"Vosotros sois la sal de la tierra y la luz del
mundo".
Trae tu luz a mis sombras.
Pon sal en mis rutinas.
SER SAL Y LUZ.
Ser sal.
Sal que sala, que da sabor.
Sal que conserva, que evita la corrupción.
Ser sal.
Ser luz.
Luz que brilla, luz que guía.
Luz que alumbra pero no deslumbra.
Ser luz.
De San Isidoro es esta oración preciosa:
¡Aquí estamos, Señor, Espíritu Santo!
¡Aquí estamos, reunidos en tu presencia!
Limitados sí, por la malicia del pecado,
pero confiados al reunirnos en tu nombre.
Ven y quédate con nosotros:
dígnate infundirte en lo más íntimo de nuestros corazones.
Enséñanos en qué tenemos que ocuparnos,
hacia dónde hemos de dirigir nuestros esfuerzos,
haznos saber lo que debemos realizar;
para que con tu ayuda te podamos agradar en todo.
Sé tú sólo quien inspires
y lleves a feliz término nuestras decisiones;
Tú que sólo con Dios Padre y su Hijo
posees el nombre glorioso.
No permitas que seamos
perturbadores de la justicia,
Tú que amas, sobre todo la equidad
en sumo grado.
Que la ignorancia no nos arrastre al mal,
ni el aplauso nos desvíe,
ni nos corrompa el interés de lucro,
o la preferencia de personas;
antes bien, únenos a Ti de modo eficaz
por el don de tu sola gracia.
Que seamos uno en Ti
y en nada nos apartemos de la verdad.
Y por hallarnos reunidos en tu nombre,
podamos en todo mantener la justicia,
guiados por el amor filial, para que aquí y ahora
nuestro dictamen en nada disienta de Ti,
y en lo venidero consigamos la eterna recompensa
por haber actuado conforme a tus designios.
¡Aquí estamos, Señor, Espíritu Santo!
¡Aquí estamos, reunidos en tu presencia!
Limitados sí, por la malicia del pecado,
pero confiados al reunirnos en tu nombre.
Ven y quédate con nosotros:
dígnate infundirte en lo más íntimo de nuestros corazones.
Enséñanos en qué tenemos que ocuparnos,
hacia dónde hemos de dirigir nuestros esfuerzos,
haznos saber lo que debemos realizar;
para que con tu ayuda te podamos agradar en todo.
Sé tú sólo quien inspires
y lleves a feliz término nuestras decisiones;
Tú que sólo con Dios Padre y su Hijo
posees el nombre glorioso.
No permitas que seamos
perturbadores de la justicia,
Tú que amas, sobre todo la equidad
en sumo grado.
Que la ignorancia no nos arrastre al mal,
ni el aplauso nos desvíe,
ni nos corrompa el interés de lucro,
o la preferencia de personas;
antes bien, únenos a Ti de modo eficaz
por el don de tu sola gracia.
Que seamos uno en Ti
y en nada nos apartemos de la verdad.
Y por hallarnos reunidos en tu nombre,
podamos en todo mantener la justicia,
guiados por el amor filial, para que aquí y ahora
nuestro dictamen en nada disienta de Ti,
y en lo venidero consigamos la eterna recompensa
por haber actuado conforme a tus designios.
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