Palabras de vida



"Tanto amó Dios al mundo 
que entregó a su Hijo único 
para que no perezca ninguno 
de los que creen en él, 
sino que tengan vida eterna". 
(Jn 3,16)

Y todo... por amor.
¿Cómo alcanzar a “comprender”, cómo acoger, cómo contemplar, cómo hacer vida en mí estas palabras si Tú no me lo concedes?

Palabras de vida.
Palabras que ponen luz en las tinieblas.
Palabras que rescatan de la miseria.
No dejes de pronunciarlas con tus labios, con tu vida, con tu corazón lleno de esperanza.

Vivir con sencillez, con la conciencia despierta y a la luz del Evangelio.
Dejar que en el corazón cale poco a poco la misericordia de Dios y lo convierta.
Buscar el bien.
Beber una y otra vez de la Fuente de Agua Viva que nos hace renacer.

"El que realiza la verdad, se acerca a la luz" 
(Jn 3,21)    

La humanidad está gimiendo a la espera de que aparezcan hombres y mujeres de verdad, transparentes, con la luz en el corazón y en los ojos.

La humanidad espera que surjan personas con los ojos de Dios, capaces de mirarlo todo y a todos como Él lo mira.
Cultiva hoy los gestos sencillos y las palabras de verdad.
Son un don del Espíritu, una tarea por tu parte, un regalo para los que te rodean.          

Te dejo espacio y Tú transformas mi vida.
Busco la verdad y Tú me llenas de luz.
Se extiende el gozo de ver salir el sol.    

Padre, tanto nos amaste que no te reservaste ni a tu propio Hijo Jesús y nos lo enviaste, para rescatarnos de nuestros pecados, miedos y soledades, con la fuerza de su amor, de tu amor.

Padre, tanto nos amaste que Jesús, tu Hijo, se hizo humano como nosotros, se sometió a la limitación del tiempo, a los rigores del frío y el calor, el hambre y el fracaso, la cruz y la muerte.

Padre, tanto nos amaste que Jesús, tu Hijo, nos regaló su Palabra para convencernos de que en tu corazón sólo hay amor, compasión y perdón.

Padre, tanto nos amaste que Jesús, tu Hijo, curó enfermos y resucitó muertos para mostrarnos que el amor es más fuerte que el mal y la muerte.

Padre, tanto nos amaste que Jesús, tu Hijo, quiso quedarse entre nosotros en el pan de la Eucaristía, en la luz de su Palabra, en la comunidad de los creyentes, en el corazón de todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

Padre, tanto nos amaste que nos envías a muchas personas buenas, que nos invitan a seguir el camino de la verdad, la justicia, el amor y la entrega.

Padre, tanto amas a la humanidad que me llamas a mí, pobre criatura tuya, y me envías para que sea portavoz de tu Palabra y portador de tu amor.

Gracias, Padre, por tanto amor. 
Mil gracias, Padre.



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