Portadores de vida y alegría





 “Quien me ha visto a mí ha visto al Padre”. 
(Jn 14,7-14)  


Quien me ve a mí ve al Padre... parece dar a entender que quien vea a sus seguidores verá al Señor.

Cada uno de nosotros conoce su incapacidad, sus puntos débiles y mil cosas más. 
Jesús también los conoce.
Solo nos pide que seamos portadores de vida y alegría.
En nuestro quehacer y en nuestra vida Nos da un arma infalible: la oración.
¿Creemos que lo que pidamos a favor de los demás se nos concederá?
¿No confiamos demasiado en nosotros mismos?



“¿Y aún no me conoces?”
¡Qué frágil la condición humana!
¡Qué flaca su memoria agradecida!
¡Qué pequeña su confianza!
¡Qué atrevida su ignorancia!
La vida me da tu paciencia.

"Quien me ha visto a mí ha visto al Padre".

Haz que mi vida sea tan transparente de tu amor que los demás puedan verte en mí.

Quien te ve a ti, Jesús, ha visto a Dios Padre.
Tus palabras son las palabras creadoras del Padre.
Tus milagros reflejan el poder salvador del Padre.
Tus lágrimas brotan de los ojos compasivos del Padre.
Tu perdón nace del corazón misericordioso del Padre.
Tu muerte en la cruz revela el amor generoso del Padre, 
que no se reserva lo más querido, que se entrega del todo.
Tu resurrección es un soplo de la vida del Padre,
que renueva a cada persona y al universo entero.

Gracias, Jesús, por derribar nuestras ideas de Dios, 

tan cortas como nuestros miedos y deseos.
Gracias por revelarnos el verdadero rostro de Dios.
Gracias por salvarnos del miedo a Dios y al futuro.

Señor, transforma mis sentimientos, 
pensamientos y comportamientos;
a fin de que, unido a ti, mi vida sea también 
transparencia de las palabras, la fuerza, 
el perdón y el amor del Padre.”

"El que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores" (Jn 14,12)  

La misión nace de una convivencia prolongada con Jesús; la profecía nace de la amistad con Él. 
Lo descubierto en la intimidad orante se proclama en las obras de cada día.
La oración pone en marcha un voluntariado sorprendente en medio de los pueblos.
 No te limites a consumir respuestas de otros.
Tú, por ser bautizado, tienes un sitio, una tarea y una palabra.
Vive tu vida cristiana de forma creativa.

¡Qué detalle el tuyo, Jesús!
Dices que haremos obras mayores que las tuyas.
¡Qué amor tan gratuito el tuyo!
¡Y qué confianza!   


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