Pan que se rompe




"El que come este pan vivirá para siempre" 
(Jn 6,58) 

"Ese hombre es un instrumento elegido por mí para dar a conocer mi nombre" (Hch 9,15).

Como a Pablo también nos envías a ser instrumentos de tu amor en el mundo.




Jesús soñó los sueños de Dios: preparar un banquete para todos.
Y era su vida entregada la que estaba sobre la mesa.
En la eucaristía había mucho amor por medio.
Pon algo tuyo en medio para que los más pobres y orillados se beneficien. 
Los mejores amigos de Jesús han hecho de sus vidas un banquete, con platos generosos para todos.        

Porque elijo el camino de la vida, acudo a tu fuente.
Porque quiero crecer en el amor, como tu pan en la mesa.
¡Gracias, Jesús, por la eucaristía!    
  
Pan.
Pan de eternidad.
Pan de comunión.
Pan de vida nueva.
Pan de Dios.
Pan.




Pan que se rompe.
Pan que hermana.
Pan que se reparte.
Pan que sacia.
Pan.
Así, pan.






El Señor nos bendice con el don de la fraternidad.
Más allá del tiempo y la distancia, de diferencias personales, errores, tibiezas y descuidos, de nuestro frágil barro, que a veces se rompe, nos unen las manos del Alfarero, y nos configuran en un mismo Cuerpo.
Gracias

Me cuesta aceptar que por miedo a molestar renunciemos a la lógica del servicio, de la misericordia o del Reino.
Léela, reléela y déjate transformar por ella.
¡Adelante!

Señor, gracias por ser nuestro pan,
porque te dejas comer por nosotros,
porque nos ofreces tu vida entera
para que vivamos por tu Amor,
como Tú vives del Amor del Padre.

Danos, cada día, sabiduría y humildad,
para no vivir de mí y de mi vanidad;
de mis deseos de poder y de poseer,
de la satisfacción de mis caprichos;
para vivir de Ti y de tu Amor;

Que cada día, Señor, sepa acoger,
como un mendigo que se sabe afortunado,
tu Luz, que me ayuda a ver la verdad y la mentira,
tu Fuerza, que me sostiene,
tu Palabra, que me recuerda quién soy y para qué he nacido,
tu Mano, que me defiende,
tu Sabiduría, que me conduce a la Vida,
tu Mirada, que me da la Paz que a veces no tengo,
tu Eucaristía, tu pan y tu vino,

que alimenta mi hambre de amor y de alegría.
De entregar mi tiempo y mi vida entera,
como Tú y siempre contigo.
Amén.

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Cristo conmigo,
Cristo dentro de mí,
Cristo detrás de mí,
Cristo delante de mí,
Cristo a mi derecha,
Cristo en mi casa,
Cristo en mi camino,
Cristo en mi puesto de trabajo,
Cristo en todos los ojos que me ven,
Cristo en todos los oídos que me escuchan,
Cristo en la boca de todo aquel que me habla,
Cristo en el corazón de todo aquel que piensa en mí,
Cristo conmigo y yo con Cristo.
Siempre y en todas partes.

Atribuido a san Patricio
 


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