No temas
"Soy yo, no temáis"
(Jn 6,20).
La comunidad de Jesús hace suyos los miedos de la
humanidad.
Pero el temor puede paralizar su vida, o hacerle mirar
para otra parte.
Jesús se hace presente en el corazón de la noche.
Ni siquiera el mar agitado le hace ausente, porque
él se sienta por encima de todo aguacero.
Con su presencia ilumina las
conciencias por medio del amor.
Abrazo compasivo mis miedos y los pongo ante tu
mirada, así poco a poco, brota la confianza escondida en el interior.
Vimos la fe en comunidad.
Somos diversos y hay que conciliar las diferencias.
Para estar en comunión, Cristo ha de estar siempre en el centro de
nuestra vida.
La unidad, es don y es tarea en la que hemos de embarcarnos cada día.
Alégrate.
No temas.
Siempre hay esperanza para quien tiene fe.
La vida a veces nos sacude y nos acobarda.
Pero no estamos solos.
Jesús nos da su Espíritu para vencer los miedos y llenarnos de confianza.
“Soy yo, no temáis.”
Ese “soy yo”.
La cercanía y la familiaridad.
La confianza, la seguridad.
Ese “soy yo”.
El saberse acompañado.
Conocido, amado.
Ese “soy yo”.
Yo te creé por amor en las entrañas de tu madre.
Te protegeré hoy y todos los días de tu vida.
No temas, porque no me alejaré de ti, mis pasos no se separarán de los tuyos,
también cuando el viento sople y tu barca corra peligro de hundirse.
Te protegeré, hasta cuando tú no me sientas cercano.
Te protegeré, también cuando te alejes de mí.
Te protegeré cuando hagas daño a tus hermanos, mis hijos, y me hagas sufrir.
Te protegeré incluso cuando te sientas probado y machacado.
Te protegeré hasta cuando veas sufrir con impotencia a las personas que quieres.
No temas. Siempre estaré contigo. Te lo prometo.
No seas orgulloso. Acércate a mí. Déjate proteger.
No temas. Nunca dejaré de mirarte. Te miraré con cariño, con comprensión.
Te miraré, como una madre mira a su hijo recién nacido.
Te miraré, como un padre que espera que su hijo le diga “papá”
Te miraré, para que siempre que vuelvas tus ojos hacia mí
encuentres los míos mirándote, sonriéndote, acogiéndote, amándote.
Mírame como un niño, feliz y seguro, cuando su padre lo mira.
No temas. Confía en mí. Nunca te defraudaré.
Y comparte tu paz y tu esperanza con los que tienen miedo.
Te protegeré hoy y todos los días de tu vida.
No temas, porque no me alejaré de ti, mis pasos no se separarán de los tuyos,
también cuando el viento sople y tu barca corra peligro de hundirse.
Te protegeré, hasta cuando tú no me sientas cercano.
Te protegeré, también cuando te alejes de mí.
Te protegeré cuando hagas daño a tus hermanos, mis hijos, y me hagas sufrir.
Te protegeré incluso cuando te sientas probado y machacado.
Te protegeré hasta cuando veas sufrir con impotencia a las personas que quieres.
No temas. Siempre estaré contigo. Te lo prometo.
No seas orgulloso. Acércate a mí. Déjate proteger.
No temas. Nunca dejaré de mirarte. Te miraré con cariño, con comprensión.
Te miraré, como una madre mira a su hijo recién nacido.
Te miraré, como un padre que espera que su hijo le diga “papá”
Te miraré, para que siempre que vuelvas tus ojos hacia mí
encuentres los míos mirándote, sonriéndote, acogiéndote, amándote.
Mírame como un niño, feliz y seguro, cuando su padre lo mira.
No temas. Confía en mí. Nunca te defraudaré.
Y comparte tu paz y tu esperanza con los que tienen miedo.
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