Rezar

 


"Vosotros orad así".
  
(Mt 6, 7-15)

“La oración es un retoño de la mansedumbre y de la ausencia de cólera. La oración es fruto de la alegría y la acción de gracias. La oración es exclusión de la tristeza y del desaliento… Si deseas rezar correctamente, no entristezcas a nadie. Sin esto, en vano corres”. (Evagario Pontico)

Decía Santa Teresa que “la oración es estar a solas con quien sabemos que nos ama”. ¿Cómo hablas con tu padre, con tu madre? Con Palabras sencillas, que brotan del corazón... Para hablar con Dios, no necesitas nada más que eso. ¡Pruébalo!

«Cuando recéis, no uséis muchas palabras» Nos complicamos en la oración, y necesitamos para orar muchos libros o formas que poco tienen que ver con el catolicismo. Se nos olvida que orar es muy fácil, no necesitamos muchas palabras, sólo ser capaces de escucharlo a Él.

La oración tiene que darse en la intimidad. Dios es mucho más que el que ama, Él es el Amor, donde uno se abandona sin miedos. Su juicio es el amor. No hacen falta muchas palabras para un abrazo. No se necesitan grandes discursos para la verdad. Él es el Amor, donde uno se abandona sin miedos. La oración es una relación de amor y por lo tanto de profunda verdad. 

Por este motivo, nuestra oración es confiada: Él sabe lo que nos hace falta. Nosotros le pedimos no para sacar Dios de la ignorancia sino para expresar dónde centraremos nuestro compromiso; pues la oración sincera siempre mueve a comprometernos con aquello que pedimos orando.

La oración no requiere muchas palabras. Solo las necesarias para no caer en el monólogo ni en la palabrería. El Padrenuestro es la oración de las oraciones. La enseña Jesús a sus discípulos. Peticiones al Padre. Peticiones para nosotros y entre nosotros.

 "Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo." Tú voluntad Señor es que vivamos en abundancia. Es que inauguremos tu misma vida en nosotros. Una vida que es Amor, que es difusiva, que crece como una semilla de mostaza. Tú voluntad es que miremos la realidad esperanzados, creyentes, confiados. Nada nos separará, nada nos roba la alegría de tu presencia. Quieres que la tierra y el cielo se parezcan. Que nos tratemos como os tratáis los del cielo. Sin miedos, sin rechazos, sin juicios. Que cada día nos sintamos más cerca de vosotros.

Antes de rezar el padrenuestro, recíbelo como un beso de Dios. Sus palabras son alimento. Saboréalas, y te alimentarás de Cristo. Come hoy esa palabra, y darás sentido a tu ayuno cuaresmal.

Ven, Espíritu. 
Enciende en nosotros el fuego de tu amor, 
enséñanos a decir con verdad: 
Abbá, Padre nuestro, Padre de todos, 
líbrame del orgullo de estar solo.

Cuaresma es tiempo para renacer desde la fuerza vivificante de la Palabra.


 

 

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