Aprendamos

 
«𝐓𝐚𝐦𝐛𝐢𝐞́𝐧 𝐥𝐨𝐬 𝐩𝐞𝐫𝐫𝐨𝐬  
𝐜𝐨𝐦𝐞𝐧 𝐥𝐚𝐬 𝐦𝐢𝐠𝐚𝐣𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐢𝐫𝐚𝐧 𝐥𝐨𝐬 𝐧𝐢𝐧̃𝐨𝐬» 
(Mc 7,24.28)

Una mujer busca a Jesús. Lo encuentra y se echa a sus pies. Sabe donde está ella y donde Jesús. Entiende su situación de mujer extranjera necesitada ante Jesús. Humildad en la actitud. Profunda fe en su petición. Sabiduría y perseverancia para convencer a Jesús.


"Una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró en seguida, fue a buscarlo y se le echó a los pies." Te buscamos Señor cuando tenemos una necesidad que no podemos resolver nosotros. Acudimos a ti, cuando lo que amamos peligra. Te pedimos cuando nosotros solos no podemos. Y tú nos acoges siempre. Conoces lo pequeños e interesados que somos. Lo autosuficientes que nos sentimos cuando la vida nos sonríe y creemos que somos ricos y poderosos. Tú derribas del trono a los ricos y enalteces a los humildes. Que aprendamos.

"Fue a buscarlo y se le echó a los pies". Nos derrumbamos cuando algo nos supera, nos venimos abajo. Si estás en esa situación, echa la mirada hacia arriba y agárrate de la mano que te tiende para levantarte. Él no te soltará...


«También los perros comen las migajas que tiran los niños»
Todos somos admitidos en la Iglesia, porque todos podemos recibir su Palabra, siendo capaces de cambiar y mostrar en nuestra vida la fidelidad y confianza en su presencia con nosotros, aprovechando las migajas de su amor.

La humildad es una virtud escasa en nuestros días.  Jesús de Nazaret se conmovía con los humildes, con los pobres de Yahvé. Por su humildad actuó Jesús en favor de la hija de la mujer siriofenicia.

La fe porfiada de una mujer pagana impulsa a Jesús a derramar su ternura sobre los pequeños, los que sufren, los que están en las orillas de la vida. Con el empuje de esta mujer emprendemos la aventura de mirar al mundo desde la compasión y no desde el dominio.

Encomendémonos a Santa Josefina Bakhita, para que nos conceda la gracia de una fe y una humildad firmes, que nos ayuden a insertarnos en los caminos de la Voluntad Santísima de Jesús.

La fe se muestra también en la insistencia y en no dejarse vencer por las aparentes dificultades. ¿Seremos capaces de insistir con esta misma confianza cuando le pedimos al Señor?

Las batallas espirituales, se hacen frente, con estrategias espirituales. Asumamos con valentía y determinación el escudo de la fe y la humildad, y las armas del ayuno y la oración, para vencer en nombre de Jesús, y por el bien de las almas.

Acudo a ti, mi Señor.Te pido que cures mis heridas para que yo pueda curar a otros con tu gracia. Cura, Señor, a las personas que sufren en silencio y han perdido la esperanza. Señor, danos un corazón abierto, para aprender de toda persona, sea cual sea su fe o su posición social; para construir contigo una fraternidad abierta a todos los hombres y mujeres de la Tierra.

 


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