De dos en dos
Enviados a compartir vida pero nunca de forma individual ni solitaria. De dos en dos para que nos recordemos unos a otros que somos discípulos, no maestros. Hay un peligro de creernos alguien. La vivencia comunitaria de la fe nos garantiza humildad. Si vamos como llaneros solitarios desplegando nuestros talentos nos arriesgamos a caer en la autocomplacencia. Vivir la fe sincera con los demás nos hace realistas y diariamente reconocemos todo el camino que nos queda.
«Los fue enviando de dos en dos» Anunciar el evangelio no es cosa de uno sólo. Nuestra grandeza es que somos una comunidad que camina. Por ello, anunciar la buena nueva es una tarea de la comunidad y nos apoya en una vida compartida desde el testimonio de pertenecer a la iglesia.
Jesús llamó a los Doce y los fue enviando. Les dio autoridad y encargos. Un bastón para apoyarse, sandalias de misionero y una túnica. Ni pan, ni alforja ni dinero. El anuncio requiere de muy pocos medios porque es un gran fin. Necesita un corazón ardiente que diga Si.
Los discípulos ‘salieron’ a los cruces de los caminos a prolongar la actividad de Jesús: anunciar el evangelio, curar y expulsar demonios. Hoy oímos hablar mucho de Iglesia en salida. Solo podemos salir de verdad con la fuerza del Espíritu Santo.
Podemos ser instrumentos de Dios en el mundo si somos humildes, confiamos en Él y compartimos el evangelio con otros. Comparte tu fe con otros, a través de una conversación personal, un testimonio o simplemente viviendo una vida cristiana coherente.
La vida de quienes siguen a Jesús es siempre Buena Noticia, no sólo para ellos mismos sino también para los que entran en contacto con ellos, con aquellos que son ungidos por sus manos y son acariciados por la Palabra de Dios que sale de sus labios. Enviados para aliviar y sanar.
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