Perseverar
Hay días que para afrontarlos necesitamos mucha dosis de confianza. Suponen una acumulación de exigencias, de ritmos frenéticos, de responsabilidad que nos agotan. Hoy nos invita el Señor a confiar, a vivir con la seguridad de que no estamos solos frente a los retos. Vivamos con la convicción de que somos multiplicados diariamente en nuestras capacidades para hacer rendir los talentos.
Las situaciones adversas se suelen vivir como lastre o una amenaza del desarrollo adecuado de la fe. La mirada de Jesús nos descubre, además, la oportunidad de dar testimonio. En vez de dejarnos arrebatar por los miedos, afrontamos el reto de dar testimonio en la adversidad.
«Todos os odiarán a causa de mi nombre» El denunciar las injusticias, lleva consigo que el poder remueva a las bases aborregadas para que vayan contra quién con su vida muestra la sinceridad de la fe vivida. De ahí, surge el odio y nadie escuchará al hermano que muestra la paz.
Estamos llamados a dar testimonio, no podemos dejar de hacerlo. No nos podrán contradecir, nuestras palabras, que serán suyas, y nuestro testimonio que será de amor a los hermanos, de cuidado de los otros, de servir con generosidad, nos llenará de autoridad. Algunos darán su vida en ello.
Pero hay esperanza, hay una promesa que Él cumplirá, Él siempre es fiel, 'ni un cabello de vuestra cabeza perecerá'.
Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas. Así que, ¡avancemos con el gozo y la confianza del Espíritu!
Oración del testigo
Es hora de ser tus
testigos, Señor del alba.
Es hora de construir juntos la Civilización del amor.
Es hora de salir a las plazas y ciudades como hermanos.
Es hora de hacer del mundo un arco iris de unidad y de color.
Es hora de gritar al mundo de los hombres tu salvación.
Es hora de gritar como voceros del alba a hombres y mujeres,
Es hora de darse la mano y hacer un coro grande al sol.
Es hora de decir a los miedosos; no teman, tengan ánimo,
Es hora de juntarnos
como amigos en un solo pueblo.
Es hora de marchar unidos sembrando la paz y el amor.
Es hora de llamar al hombre hermano, hermano mío.
Es hora de vivir en armonía, en lazos de hermandad y comunión.
Que así sea.
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