La barca
Celebramos la fiesta de San Andrés apóstol, uno de los Doce, natural de Betsaida, hermano de Pedro y pescador como él, están juntos, responden juntos. Desde ese encuentro serán apóstoles, del grupo de los Doce.
Nos llama a todos. Su llamada lo cambia todo. Nos llama porque lo necesitamos. Nos regala sentido, luz, novedad, vida, amor. Seguirle no es una decisión fruto del cálculo, del interés, de la estrategia. Seguirle es asombrarse de ir por caminos inexplorados, no conocidos. Y aprenderlo todo de nuevo. "Se nos dijo". Pero "ahora Jesús nos dice" de nuevo. Y de nuevo emociona poderle decir que sí, que le seguimos.
«Dejaron la barca y a su padre y lo siguieron» El seguimiento no es cuestión de cumplimiento, sino de entrega generosa, de deseo de encuentro con quién nos da la vida. Es el anhelo de compartir el amor que sentimos, haciendo llegar el mensaje de buena nueva a todas las personas.
Andrés hace con Jesús un proyecto de vida nuevo siendo pescador, lo que sabe hacer. Jesús le propone algo sencillo: confiar en Él, seguirle, hacer de su relación un proyecto de vida. Ni le pone normas, ni firman un contrato, le propone estar y ser con Él.
Nosotros como Andrés tenemos que sentirnos llamados, elegidos por Jesús. Llamados a una misión, ¿cuál es la tuya?
Sólo el discipulado nos acerca a Él.
Seguirte
Ayúdame, Señor, a
seguirte,
a unir mi vida con la tuya
y vivir el sueño que tienes para mí…
Mírame en mi confusión,
y permíteme sentir tu presencia.
Lo único que me pides siempre
es que no me esconda de ti,
que no escape a tu amor.
Quiero amarte y estar contigo,
hablarte, y simplemente
estar en tu presencia.
Permíteme verme a mí mismo,
en la luz de tu misericordia
y elegirte siempre.
Amén.
(Henri Nouwen)
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