Llena de gracia

 


“María fue creada por Cristo antes de que Cristo fuera creado por ella... Cumplió con toda perfección la voluntad del Padre y es más importante por ser discípula de Cristo que madre de Cristo. Antes de dar a luz a su Maestro, lo llevó en su seno”
 
San Agustín

Quien se abre a la misericordia de Dios hace posible que la salvación llegue a su vida y a su casa. Como le ocurrió a María, a la que hoy recordamos en la memoria de su presentación. María experimentó, desde muy niña, el Amor de Dios como un amor esponsal y celoso, y por eso decidió entregarse a Él en cuerpo y alma.

María no tuvo que subir para recibir a Jesús como Zaqueo, al revés, descendió. Porque el encuentro con Jesús se hace en el anonadamiento.  María, la más pequeña de las criaturas, siempre buscando a Dios desde la fe. Libre de prejuicios, siempre invitándonos a abrir nuestra casa al Hijo para que nos salve desde sus cimientos.

Mi santísima Señora, Madre de Dios, llena de gracia, tú eres la gloria de nuestra naturaleza, el canal de todos los bienes, la reina de todas las cosas después de la Trinidad…, la mediadora del mundo después del Mediador; tú eres el puente misterioso que une la tierra con el cielo, la llave que nos abre las puertas del paraíso, nuestra abogada, nuestra mediadora.

Mira mi fe, mira mis piadosos anhelos y acuérdate de tu misericordia y de tu poder.

Madre de Aquel que es el único misericordioso y bueno, acoge mi alma en mi miseria y, por tu mediación, hazla digna de estar un día a la diestra de tu único Hijo.

San Efrén de Siria

 

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