Mirad
(Lc 21,5-11).
Mucho de lo que ahora nos ocupa dejará de ser prioridad y se terminará. Por ejemplo la vida laboral con la jubilación. La inversión de energías e ilusiones en la crianza de los hijos, se termina cuando se hacen adultos y se van de casa. No pasa nunca el amor. Sí que son fugaces y pasajeras las prioridades, los gustos, las costumbres. Lo que antes me parecía ganancia, con el tiempo lo vemos perdida. No nos apeguemos a nada. Sólo optemos por amar.
«Llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra» Todo es pasajero, la vida tiene un principio y un final, por ello, no la desperdiciemos siguiendo a falsos líderes que nos anuncian finales trágicos si no les hacemos caso. Construyamos un mundo de relación, de paz.
Tanto buscar seguridades terminamos sintiéndonos seguros de las obras de nuestras manos. Pero Jesús nos advierte: "No quedará piedra sobre piedra". ¿Y entonces? ¿En quién podremos confiar? En quien pueda reconstruir lo derrumbado; es decir, en el Señor dueño de todo y Salvador.
Jesús nos invita a edificar un templo. No bellamente adornado que el tiempo desgasta. No de piedras que terminaran derrumbándose. Un templo donde no pueda entrar el engaño,el pánico y los fenómenos espantosos. Un templo donde habite Dios en nosotros y lo sea todo.
Tenemos que ser cuidadosos de no ser nosotros los protagonistas, el único protagonista es Él. Tenemos que ser escrupulosos con el mensaje y la propuesta que Él nos hace. Si la humildad es virtud mucho más en el anuncio del Evangelio, en la necesidad de hacerlo con el testimonio de vida, con el mismo sentido de propuesta y ofrecimiento o invitación con la que Él lo hace en el Evangelio.
"Mirad que nadie os engañe". El universo terminará. Pero la victoria no será del mal, sino de la fidelidad de Dios a su amor por nosotros. El Reino aquí en la tierra será siempre como una semilla: sembrada, acogida, moribunda dará fruto.
Señor, dame una mirada como la tuya, una mirada que no se quede en la superficie, que sepa bucear a lo más profundo de la realidad.
Señor, convencerme de que sólo permanece lo que se construye sobre el cimiento sólido del amor y la verdad, aunque parezca pequeño y débil.
Ayúdame a darme cuenta de que no quedará piedra sobre piedra de todo lo que se levanta sobre la mentira y el egoísmo, por grande y bello que parezca.
Señor, orienta y dirige mi trabajo y mi vida, para que no pierda el tiempo y la fuerza con lo que no tiene fundamento y desaparece; para que todas mis obras broten de ti, como de su fuente, y tiendan siempre a ti, como a su fin.
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