Gracias Señor…
La sanación de nuestra vida se produce en el camino. Eso les pasó a los 10 leprosos, a Pablo en el camino de Damasco, a los de Emaús. Y nos pasa cada día a nosotros. No nos encontramos con Jesús paralizando toda nuestra actividad o en unas circunstancias especiales. Jesús camina en la misma dirección que yo. Si voy hacia la luz me anima. Si me escondo en la tiniebla me acompaña. No dejemos de seguir porque Él nos encontrará.
Diez leprosos van al encuentro de Jesús. Gritan juntos para ser curados. Jesús les responde. De camino, sin haber llegado a su destino, quedan curados. Solo uno, que no era judío, vuelve agradecido. Descubre la acción de Dios no siendo creyente. La fe es para todos.
"Dándole gracias". La mejor medicina contra la quejitis aguda es el ser agradecido. Cierra tus ojos y piensa en todo lo bueno que Dios ha puesto en tu camino: personas, acontecimientos... Y da gracias...
Cuando damos gracias, expresamos la certeza de ser amados. Es el descubrimiento del amor como fuerza que gobierna el mundo.
«Levántate, vete; tu fe te ha salvado» Cuando sabemos dar las gracias por lo que recibimos cada día es cuando de verdad la fe llena nuestro corazón y la vida deja de ser un mero pedir. Descubrimos la grandeza de las cosas sencillas y contemplamos la grandeza de Dios en nosotros.
La gratitud es inherente a la fe cristiana. No sólo advierte el beneficio recibido, tan necesario como deseado, sino que reconoce quién ha sido el artífice de la gracia desbordante, a quien debemos acudir para alabar y agradecer la multitud de dones recibidos.
No agradezcamos sólo las cosas, agradezcamos la cercanía y la presencia de las personas que las hacen posible. Hay mucho que agradecer, más de lo que imaginamos. Lo que para nosotros es 'normal' para un porcentaje grandísimo de la población es un lujo, agradezcamos. Poder contar con el cariño de alguien al que tú también amas, es motivo de agradecimiento
Gracias por la casa que nos acoge y protege.
Gracias por las personas a las que hoy podré ayudar.
Y sobre todo, gracias por tu amor y tu perdón.
Seamos agradecidos como ese leproso que vuelva al lado de Jesús, sabe quién es el que lo ha curado, sabe de quien puede fiarse, a quien seguir, de quién dar testimonio.
Gracias Señor…
Gracias Señor… Porque en la cruel tormenta, me haces escuchar el suave susurro de tu voz.
Gracias Señor… Pues envías rayos de luz que iluminan mi camino, en medio de las adversidades.
Gracias Señor… Por cada instante y cada problema,
que me recuerda mi necesidad de Ti.
Gracias Señor… Porque hasta en lo alto del cielo, y en la profundidad del océano, tus oídos están siempre atentos a escuchar mi clamor.
Gracias Señor… Porque a pesar de los errores de la gente, sigues enviando sol y lluvia sobre todos sin distinción.
Gracias Señor… Por este día, en el que me das la oportunidad, de buscarte nuevamente
Gracias Señor… Por cada ser humano que se cruza en mi camino, pues algo deseas que aprenda de él.
Gracias Señor… Por Ti mismo, que escuchas esta humilde oración, proveniente de tu hijo.
Por todo esto y lo que me sería imposible de contabilizar… ¡¡¡Gracias Señor!!!
Amén
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