Vivir de Amor

 

“No hagáis frente al que os agravia” 
(Mt 5,38-42)

Jesús nos enseña que hemos de saber renunciar a nuestros derechos. Hemos de estar dispuestos a perdonar y a hacer el bien gratuitamente. Se trata, como escribirá Pablo, de no dejarse vencer por el mal, sino vencer al mal con el bien.

No es suficiente el cumplimiento, de Dios es la generosidad. Y en todo ello está el hermano, el prójimo, como protagonista. Ojalá seamos capaces de darnos sin buscar nada a cambio, acompañar más allá de los mínimos, proponer con una sonrisa pese al rechazo.


Celebramos la fiesta de San Antonio de Padua, este "hijo predilecto" de San Francisco, en el que podemos descubrir precisamente la lógica evangélica, pues supo vivir la fe desde la sencillez, la humildad y la pobreza más absoluta.

«Si predicas a Jesús, Él ablanda los corazones duros; si lo invocas, endulza las tentaciones amargas; si piensas en Él, te ilumina el corazón; si lo lees, te sacia la mente» (Sermones dominicales).

Fue un verdadero hijo de la luz que luchó contra todo tipo de males no dejándose vencer por el mal y puso su vida al servicio de los más pobres.

"El gran peligro del cristiano es predicar y no practicar, creer pero no vivir de acuerdo con lo que se cree..." 

Hoy san Antonio nos invita a la coherencia una y otra vez entre palabras y obras.

¡Bienaventurado San Antonio que amó al estilo de Dios!

 


Amar es darlo todo y darse a sí mismo

 

Vivir de Amor, es darse sin medida
sin reclamar ningún salario aquí abajo.
¡Ah! doy sin contar, estando muy segura
que cuando se ama, no se calcula!
Al Divino Corazón, desbordante de ternura,
se lo he dado todo… corro ligera.
No me queda nada más que mi única riqueza:
Vivir de Amor.

Vivir de Amor, es expulsar todo temor,
todo recuerdo de las faltas pasadas.
De mis pecados no veo ninguna huella,
¡en un instante el amor lo que quemado todo!
Llamarada divina, oh dulce hoguera,
en tu hogar he fijado mi estancia.
Es en tu fuego que yo canto a mi placer (cf Dn 3,51):
«¡Vivo de Amor!»…

 «Vivir de Amor, ¡qué extraña locura!»
El mundo me dice: «¡Ah! deja de cantar,
no pierdas tus perfumes, tu vida:
sepas emplearlas útilmente!»
Amarte, Jesús ¡qué perdida tan fecunda!
Todos mis perfumes son tuyos para siempre,
Quiero cantar al salir de este mundo:
«¡Muero de Amor!»


Santa Teresa del Niño Jesús. Poesías


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