Sin Él no podemos nada

 

Todo el que pide recibe. (Mt 7, 7-11). 

 


Hoy la Iglesia nos invita a mirar al cielo, para dar gracias por todo lo recibido; para pedir perdón y ayuda que nos permita vivir con confianza el presente; y para poner nuestros proyectos en las manos providentes del Padre. Porque nada podemos sin Él y todo lo podemos con Él.

El ser humano es una criatura dependiente por mucho que a veces quiera negarlo mostrando su autosuficiencia. Precisa pedir porque es un ser limitado. Necesita buscar porque se pierde con facilidad. Y llama porque no es capaz de vivir en soledad

Dios nos proporciona todo lo que necesitamos para afrontar con esperanza las circunstancias de nuestra vida, para hacer de cada instante una ofrenda agradable a Él


Es el tiempo:
De pedir.
De buscar.
De llamar.
De amar.

Pido, porque no tengo… Busco, porque no valgo… Llamo, porque no sé… Agradezco que me den, que me encuentren, que me abran.

“Quien pide, vive Quien busca, encuentra Quien llama, Dios le abre de par en par las puertas…del Reino”

Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá. Llorad y se os consolará, hablad y se os escuchará, anhelad y se os colmará. Confiad y no seréis defraudados.

Dame, Señor, memoria para recordar tu paso en mi vida,
tu voz en mis años, tu huella en mi historia.
Dame, Señor, lucidez, para aprender en los errores cometidos, en las tareas afrontadas, en los sueños concebidos y las metas alcanzadas.
Dame, Señor, gratitud para evocar los momentos de fiesta, los días de risa, los instantes en que todo encaja, pero dame también la libertad para dejarlos ir.

Dame, Señor, confianza para hoy.

Para recordar que este día, cada día, es tiempo de vivir, luchar, amar, anhelar y a veces desesperar.
Dame ocasión para reír y callar, para el esfuerzo y la calma.
Que comprenda que en cada jornada está la vida entera
con sus pequeñas historias y sus grandes misterios.
Que cada hoy está alumbrando posibilidades.
Que tú siempre estás.

Dame, Señor, valentía para perseguir un mañana posible
para imaginar tu Reino, para abrirte puertas en los muros
que se levantarán en los caminos.
Dame, Señor, entusiasmo para alzarme, cada día, con la fuerza de tu espíritu que ilumina, alienta, empuja, que exige, incita, inquieta, que emociona hasta las lágrimas
y sosiega en las tormentas.
Todo eso dame, que yo, por mi parte, te ofrezco mi tiempo.
Que tú lo recorras y habites.
Que seas Señor de mis días, bandera en mi torre
pasión en mi senda.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj

 


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