La novedad
“No estás lejos del reino de Dios”, dice Jesús al
letrado. Quien escucha la Palabra de Dios y acepta que su amor, hecho vida en
el amor al hermano, es lo más importante en la vida; que ese amor vale más que
todas las normas, incluso que los mejores pacto del culto del Señor, está ya a
las puertas del Reino de Dios. Es esta la novedad que Jesús ha traído, la que
ha repetido tantas veces y ha hecho vida en su vida de tantas maneras. Para
hacerse discípulo suyo, habrá que enderezar los pasos por este camino.
Vale la pena pararnos hoy y hacernos esta pregunta: ¿estoy cerca o lejos del
Reino de Dios?
El amor pide el corazón abierto de par y en par, la vida puesta en las manos de aquel a quien amas. No hay medias tintas en el amor, se quiere con locura y generosidad. Amor abierto siempre a que el Otro y el otro ocupen el centro del corazón.
Nadie está solo
Nadie está solo,
aunque a ratos lo temes
y te sientes herido,
o se te rompe la entraña.
Si se te pierde la risa,
y se te callan los versos.
Aunque te duela la historia
y te amenace el presente,
se te atraviesen los miedos
o se oscurezca el futuro…
Es verdad que sí,
que hay días grises,
en que el silencio
atormenta, y oprime.
Hay momentos en que la distancia
es nostalgia y es ausencia.
Hay abrazos extraviados
esperando un encuentro.
Hay miedos que anuncian naufragios
y derrotas que parecen finales.
Pero nadie está solo,
aunque a veces lo parezca.
Su Palabra no se marcha
y Su espíritu nos une,
fluye, infatigable,
entre nosotros.
Despertando el Amor dormido,
vistiéndose de servicio,
llamándonos prójimos,
llamándonos amigos
y trenzando, en nuestros días,
inesperados afectos
que se convierten en hogar.
Aunque hoy nos llueva dentro.
(José María R. Olaizola, sj)
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