"Alégrate".

 

 "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo". 
(Lc 1,26-38)

“Trayendo a Jesús, María nos trae también una nueva alegría, llena de significado; que trae una nueva capacidad de superar con fe los momentos más dolorosos y difíciles; esto nos trae la capacidad de misericordia, de perdonarnos, de comprendernos, de sostenernos unos a otros”. (Francisco)

María es la mujer de la espera que nos alcanzó al Dios esperado. Su vida estuvo traspasada por el amor, la alegría y la esperanza.

Mira a María y experimenta el gozo de ser hijo de tal Madre. El encuentro de un hijo con su madre es siempre fuente de consuelo y esperanza y llena el corazón de la auténtica alegría. Por eso, en una de las letanías del Rosario nombramos a la Virgen como Causa de nuestra alegría.

¿Y cuál es la alegría de María? La respuesta es: Jesús es la alegría de María.

María siente el gozo de la elección de Dios. 

Ella, que es humilde, acoge en su seno al Hijo Eterno del Padre. 

Y en lo oculto de la vida de Nazaret experimenta la alegría de vivir con el Señor. Hasta en la cruz vive la alegría del seguimiento, que es ir con Jesús a donde Él quiera llevarte. La resurrección es la explosión de la alegría de los que esperaron contra toda esperanza.

Pidamos a María que nos ayude a vencer el desencanto que quiere destruir la esperanza; que nuestra vida se renueve con la esperanza que nos da la fe; y que todos aceptemos el amor de tu Hijo, que nos colma de alegría, porque, solo entonces, a pesar de todos los sinsabores y noches oscuras, viviremos la auténtica vida.

Hoy la Virgen te invita a encontrarte con Dios, a decirle Sí y a entregarle tu vida para comenzar a vivir la alegría del servicio. Anímate, este es el momento oportuno, la vida puede estar llena de tristezas pero Dios quiere hoy poner en tu vida, en tu corazón la misma alegría de María.

"Para Dios nada hay imposible". Creer en el Dios que no tiene imposibles es activar la esperanza, la certeza, de que pase lo que pase, hay razones para la alegría. "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo". El que no tiene imposibles nos conoce, nos llama por nuestro nombre, y nos pide como a María que vivamos confiados en su amor providente. Que siempre y en todo momento nos acompaña.

 


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