Setenta veces siete
"¿Cuántas veces tengo que perdonar a mi
hermano?"
(Mt 18,21)
(Mt 18,21)
"El perdón de Dios puede ser arruinado por el
desamor humano".
Es la "seria amenaza de que Dios puede retirar su
gracia", su amor y su perdón.
Es decir, te quedas sin el perdón de Dios desde el
momento en que tú no perdonas a alguien, ya sea un perdón por algo importante o
por una pequeñez.
Dice Jesús:
"Si perdonáis sus culpas a los demás, también
vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros.
Pero si no
perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas"
(Mt 6, 15-15).
Y de nuevo Jesús insiste:
"No juzguéis y no os juzgarán; porque os van a
juzgar como juzguéis vosotros; y la medida que uséis la usarán con
vosotros" (Mt 7, 1).
La enseñanza de Jesús no admite dudas.
Dios te perdona en la medida en que tú perdones.
La
bondad del corazón de Dios se mide por la bondad de tu corazón.
Si tú no eres bueno hasta el fondo, le atas las manos
a Dios para perdonar la maldad que llevas dentro de ti.
El papa Francisco invita a la Iglesia a vivir un deseo
inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentado la infinita
misericordia del Padre y su fuerza difusiva.
Ante la pretensión de Pedro de querer cuantificar el
perdón, Jesús responde llevando las cantidades hasta la exageración: si cada
día el Padre nos favorece con su infinita misericordia, ¿por qué nos negamos
tantas veces a perdonar "de corazón" las minucias de nuestros
hermanos?
- Haznos vivir, Señor,
- Haznos vivir, Señor,
la alegría de
ser perdonados
y de saber perdonar sin límites.
La misericordia es señal de que pertenecemos al grupo de
Jesús.
Quien perdona tiene capacidad para experimentar el amor
de Dios.
Mira a tu alrededor.
Perdona a quien te ha ofendido.
De esta forma te liberas y liberas a los demás.
A nadie debas más que amor.
Cúrame, Señor,
con tu mirada.
Solo así podre
perdonar con mi mirada.
¿Podremos
calcular algún día cuanto debemos a Dios?
¿Sabremos
medir todo lo que Dios nos perdona?
Damos gracias.
Normalmente,
tratamos a los demás como ellos nos tratan a nosotros.
Pero Dios nos
pide que tratemos a Dios como ÉL nos trata a nosotros.
Dios perdona
para que nosotros perdonemos.
A veces no nos
cuesta perdonar, pero en otras ocasiones nos sentimos tan heridos que el perdón
nos parece un camino imposible de recorrer.
No olvidemos
que perdonar es un don de Dios, un don que debemos pedir.
El rey de la
parábola se irrita contra el empleado aprovechado, que recibe el perdón y no
perdona.
Nunca nos
sentiremos perdonados si no perdonamos de corazón.
No te cansas
de mí,
aunque a ratos
ni yo mismo me
soporto.
No te rindes,
aunque tanto
me alejo, te
ignoro, me pierdo.
No desistes,
que yo soy
necio,
pero tú eres
tenaz.
No te
desentiendes de mí,
porque tu amor
puede más que
los motivos.
Tenme
paciencia,
tú que no
desesperas,
que al creer
en mí
me abres los
ojos
y las
alas…
José Mª
Rodríguez Olaizola, sj
Hoy celebramos a Santa Clara de Asís, virgen.
Aunque de noble familia y bien educada, Clara se sintió atraída por los ideales de pobreza de San Francisco de Asís. Contra la presión de su familia, distribuyó sus posesiones a los pobres y fundó la Orden Franciscana de Pobres Claras (popularmente conocidas como “Claras o Clarisas”), que se dedican a una vida de pobreza y oración.
Clara comprendió que la pobreza hace a una persona libre para amar: amar a Dios de modo indiviso y estar disponible para amar y servir a los hermanos.
Su lema fue: “Oh Dios, soy feliz porque tú me creaste.” ¿No es eso verdadera riqueza?
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