Hoy celebramos a San Agustín
Señor, estabas conmigo,
pero yo de mi mismo estaba fuera.
Y por fuera te buscaba... Estabas conmigo,
pero yo no estaba contigo.
Me mantenían alejado aquellas cosas que,
si en ti no fuesen, no existirían.
Pero me llamaste, gritaste, derrumbaste mi sordera.
Brillaste, resplandeciste, ahuyentaste mi ceguera.
Derramaste tu fragancia, la respiré y suspiro por ti.
Gusté, tuve hambre y sed.
Me tocaste y ardo en deseos de tu paz.
Que yo te conozca, Dios mío,
de modo que te ame y no te pierda.
Que me conozca a mi mismo,
de tal manera que me desapegue de mis intereses y no me busque vanamente en cosa alguna.
Que yo te ame, Dios mío, riqueza de mi alma,
de modo que esté siempre contigo.
Que muera a mi mismo y renazca en ti.
Que sólo tú seas mi verdadera vida
y mi salud perfecta para siempre.
pero yo de mi mismo estaba fuera.
Y por fuera te buscaba... Estabas conmigo,
pero yo no estaba contigo.
Me mantenían alejado aquellas cosas que,
si en ti no fuesen, no existirían.
Pero me llamaste, gritaste, derrumbaste mi sordera.
Brillaste, resplandeciste, ahuyentaste mi ceguera.
Derramaste tu fragancia, la respiré y suspiro por ti.
Gusté, tuve hambre y sed.
Me tocaste y ardo en deseos de tu paz.
Que yo te conozca, Dios mío,
de modo que te ame y no te pierda.
Que me conozca a mi mismo,
de tal manera que me desapegue de mis intereses y no me busque vanamente en cosa alguna.
Que yo te ame, Dios mío, riqueza de mi alma,
de modo que esté siempre contigo.
Que muera a mi mismo y renazca en ti.
Que sólo tú seas mi verdadera vida
y mi salud perfecta para siempre.
Amén
San Agustín. Confesiones X
San Agustín. Confesiones X
Vuelvo a Ti, Señor
Peregrino
y enfermo vuelvo a ti, Dios mío, cansado de peregrinar fuera,
y
agobiado por el peso de mis males.
He
experimentado que lejos de tu presencia
no
hay refugio seguro, ni satisfacción que dure, ni deseo que dé fruto, ni bien
alguno que sacie los deseos del alma que creaste.
Aquí
estoy, pobre y hambriento.
¡Dios
de mi salud!
Ábreme
las puertas de tu casa: perdóname, recíbeme, sáname de todas mis enfermedades',
úngeme con el óleo de tu gracia, y dame el abrazo de paz que prometiste al
pecador arrepentido.
¡Oh
Verdad!
¡Oh
belleza infinitamente amable!
¡Qué
tarde te amé, hermosura siempre antigua
y
siempre nueva!
¡Qué
tarde te conocí!
¡Qué
desdichado fue el tiempo en que no te amé ni conocí!
(San Agustín.
Confesiones X)
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