El Señor mi riqueza
“Os aseguro que
difícilmente
entrará un rico en el reino de los cielos”
(Mt 19,23)
Ante
la extrañeza de los discípulos, Jesús aclara que nadie puede salvarse por sus
propias fuerzas.
La
salvación es don gratuito de Dios, cuya aceptación supone no vivir aferrado a
las riquezas.
Porque la riqueza, con lo que suele conllevar de poder y orgullo,
se convierte fácilmente en ídolo que toma a Dios el lugar que sólo a él pertenece
en el corazón humano.
- Señor Jesús: que la dedicación de la Iglesia a servir a los más pobres sea signo de que te sigue a ti.
Dios
no entra en un corazón que no le abre la puerta.
Dios
no entra en un corazón que está lleno de otras riquezas.
Se
queda fuera, esperando.
Haz
la experiencia de buscar a Dios sin nada, en silencio, en soledad.
Déjale
abierta la puerta de tu corazón.
Te hago sitio, mi
Dios.
Me asombra tu amor.
Tú eres mi riqueza.
Mi soledad, contigo,
ya es sonora.
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