María, mujer de la alabanza
“El Poderoso ha hecho
obras grandes por mí”
(Lc 1,49)
Hoy celebramos que se han
cumplido las palabras del Magníficat:
el
Señor ensalza a los humildes.
Celebramos
la victoria de una mujer pacífica y valiente,
humilde
y fuerte, de gran corazón, que supo confiar y sufrir.
Que
ella sea para nosotros modelo, ayuda y guía en nuestras vidas.
María es una mujer de
esperanza.
María es una mujer que ha
confiado plenamente en el Dios que la habita.
Por eso cuenta y canta su experiencia
de Dios.
María es la mujer de la
alabanza.
Sale a la plaza y cuenta y
canta su experiencia de Dios.
Le ha fascinado la belleza
de Dios, el poder de Dios a favor de los últimos.
Dios ha estado grande con
ella.
¿Qué te gustaría contar a
los demás de lo que Dios ha hecho en ti?
Busca momentos y personas
y comparte tu fe.
Gracias
porque María ya participa de la plenitud de la vida y del amor.
Gracias
porque María ruega por nosotros y por todos sus hijos e hijas.
Gracias
porque María es para nosotros un gran motivo de esperanza y de estímulo.
Gracias
porque María nos invita a luchar contra el mal y el egoísmo.
Gracias
porque tu deseo de Padre es que todos participemos de la vida y felicidad que
ya has concedido a María.
Gracias, Señor, por las canciones de María.
Gracias por las canciones que haces brotar en mí.
Gracias por las músicas que haces resonar en la
humanidad.
Gracias, Señor.
Señor Jesús, en tu resurrección, venciste a la muerte
y abriste las puertas de la vida eterna, eternamente feliz,
puertas que ha traspasado la Virgen María, nuestra madre,
al ascender en cuerpo y alma a la Casa del Padre.
Unidos a Ti, unidos a la Virgen asunta al cielo,
también nosotros esperamos alcanzar la felicidad más grande
que el Padre ha preparado con cariño a todos sus hijos e
hijas.
María, Tú eres la Virgen elevada, la Madre de la Esperanza.
Ayúdanos a mantener y compartir la esperanza en un mundo
mejor,
la esperanza de la vida eterna.
Amén.
Hoy
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