La suerte de todos los profetas
“Quiero que ahora mismo me des en una bandeja
la cabeza de Juan, el Bautista”
(Mc 6,25)
El martirio de Juan
prenuncia el de Jesús.
Y el de muchos
discípulos de todos los tiempos.
Cada mártir comparte la
suerte de Cristo y es testigo de la verdad, del perdón y de entrega total.
Esta
muerte no dejaría en paz a Herodes, incapaz de negarse a la petición, ni a
Herodías, instigadora del asesinato, ni tampoco a la joven que recibió el
macabro trofeo.
En sentido positivo,
debemos sentirnos afectados por cada muerte inocente.
- Señor, tu dijiste que Juan era una lámpara resplandeciente.
- Señor, tu dijiste que Juan era una lámpara resplandeciente.
Que nos dejemos iluminar por los que dan la vida por ti y por el
Evangelio.
Juan es el profeta de la
denuncia y del anuncio.
Es un poco de luz en
medio de la noche, una ráfaga de verdad en medio de la hipocresía.
Gusta pero molesta.
Intentan acallar su voz con la muerte violenta, pero su voz seguirá viva en el
corazón del mundo.
Acoge la voz profética
de los que viven a tu lado.
Reaviva la vocación
profética que has recibido en el bautismo.
Que los miedos no
ahoguen tu voz ni escondan tu verdad.
Me duele la confrontación con mis
hermanos.
Me duele y la rehúyo, Señor.
Pero cómo me ayuda encontrar una voz que
me diga las verdades con amor.
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