No tengamos miedo de arriesgarnos.
“Tuve miedo y fui a esconder tu
talento bajo tierra”
(Mt 25,25)
Todo lo que hemos
recibido gratuitamente debemos compartirlo del mismo modo.
El Evangelio es para
comunicarlo sin miedo.
El Papa Francisco recuerda el peligro de ser
paralizados por el miedo y caer en un estancamiento infecundo.
- Gracias, Señor,
por la confianza y responsabilidad.
Que no tengamos miedo de arriesgarnos.
¡Qué malos de digerir son los límites!
Da tanta vergüenza verse pobre, que uno tiende a
esconder las pobrezas.
Pero Dios hace maravillas en el pobre.
Recuerda a aquella mujer que entregó lo poquito que
tenía y que fue presencia alentadora para Jesús porque en aquel pequeño gesto
había mucho amor.
Recuerda a María que, lejos de esconder su pequeñez, la abrió
de par en par ante Dios para que la besara, y de su pequeñez le nació una
hermosísima canción.
Te doy toda mi pobreza.
Tú, has lo que quieras.
Yo cantaré con mis hermanos tu amor.
Hoy
celebramos a santa Mónica, convencida
cristiana, estaba casada con un marido de genio demasiado vivo; mujeriego
también.
Agustín
pertenecía a la secta de los Maniqueos y su conducta moral le causó a su madre
mucha ansiedad y vergüenza.
Sin
embargo Mónica finalmente pudo vencerle para la fe con sus oraciones y
penitencia --- y ¡qué hombre y qué clase de cristiano Agustín llegó a ser!
Las lágrimas de su madre le habían llevado a vivir en Cristo.
Las lágrimas de su madre le habían llevado a vivir en Cristo.
De
esta manera podemos decir que ella fue dos veces madre.
Su
vida fue como cantidad de mujeres -pruebas en el matrimonio, preocupación e
intranquilidad con los hijos difíciles.
Pero
ella sabía que la fe en Cristo lo hace todo posible.
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