"Sin miedo"

 

"La paz os dejo, mi paz os doy; 
no os la doy yo como la da el mundo. 
Que no turbe vuestro corazón 
ni se acobarde." 
(Jn 14,27-31a).

Hay una paz que nace de la ausencia de conflictos, que es plácida y cómoda. Es la que conocemos y anhelamos. Hay la paz de Jesús que nace simultánea al conflicto, a la brega diaria, a los límites, al dolor, esa es la paz resucitada y resucitadora. Nace del Espíritu y es el fruto de permanecer unidos a Dios, nace de la confianza de nunca estar solos. Nace de intentar cada día ser entrega para nuestros hermanos.

Cada mañana abriré mi ventana a tu paz, Señor.
Y cuando en la noche el ruido de la violencia llame a mi puerta, también abriré mi corazón a tu paz.
Danos, Señor, tu paz. No la del mundo, tan frágil y limitada. La paz que es el fruto del Espíritu Santo  y que nos inunda la vida cuando le dejamos las riendas a él. Danos la paz. La paz nuestra de cada día, dánosla hoy.
Padre Bueno y Misericordioso, que sin méritos nuestros nos envías, como enviaste a tu Hijo Jesús.
Danos tu Espíritu de Paz, tu Espíritu de Amor, tu Espíritu de Fortaleza, para que seamos astutos, confiados y fieles colaboradores de tu misión.


"La paz os dejo, mi paz os doy".
Cuando no todo sale como quieres, recibe esa paz que solo procede de Dios capaz de hacer frente a todas las tempestades.

La paz que Jesús nos deja, que nos da, no la conquistamos. Es don que nos supera y que tenemos que aprender a acoger. Es la que vence al conflicto, que teje relaciones auténticas, que siembra bien y justicia, que brilla en medio de nuestras oscuridades.


«Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde»
Vivimos tiempos duros en los que nuestra lucha es llevar la verdad al mundo. ‘Sin miedo’. Recibe la paz que te regala el Señor resucitado. No te la da para que te sientas bien, te encierres y nada te moleste. Te la da para que, pase lo que pase, no te inquietes, estás en buenas manos. Con paz y con esperanza, con deseo de encuentro y con respuesta, con confianza en Él y valentía, con compromiso y sabiéndonos queridos, con ilusión y fuerza en el anuncio, con fe y sabiéndonos muy queridos por Él. Paz que nace de una vida interior en la que escuchemos al Padre y demos testimonio de nuestra fe con humildad pero con fuerza y valor.

 

La Paz os dejo

Y yo, ¿acojo la Paz?, ¿transmito paz?
Acojo tu Paz, Señor, tu Paz gratuita,
aunque a veces no me sienta digno,
aunque haya tantas injusticias en el mundo,
aunque personas queridas estén sufriendo.
Acojo tu Paz, Señor, para gozarla y compartirla.

 

Obra milagros, hace posible lo inimaginable... ¡Invócale!... ¡Es el Espíritu!


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