"La vida, buena noticia".

 


"Alégrate, llena de gracia, 
el Señor está contigo"
(Lc 1,26-38).

El ángel Gabriel fue enviado a una virgen. Su saludo llena la casa con un imperativo: alégrate. Vivir la alegría de la Llamada. Acoger su gracia para responder a la misión que nos propone.

Es toda humildad, toda fidelidad al plan de Dios. Se informa, pregunta cómo será, pero no encuentra dificultad para rendirse al Dios bueno e infinitamente misericordioso. Ni estando en peligro su misma vida va dudar; al contrario, acoge la palabra de Dios que cobra vida en ella. María vence su miedo con fe. María dice Hágase. No hay mayor alegría que saberse acompañado por él, que llena nuestras vidas con la fuerza necesaria para afrontar los momentos difíciles y saber vivir con el gozo de aquel que nos libera de los miedos.


Hoy celebramos la Anunciación, el sí que María le dio al ángel del Señor. Es la invitación a decir si, a abrir puertas, a acoger las propuestas y las llamadas que Dios nos hace a través de las personas que nos necesitan. María fue una mujer confiada, no porque tuviera todas las cosas controladas, sino porque sabía de quién se fiaba. No se contenta con ver pasar la vida, sino que se auto implica. "¡Hágase!" es el grito de quién sueña que el amor llene todos los aspectos de su vida y de la de los demás.

Señora del alba

Antes del alba, tus manos
cuecen el pan de la entrega.
Con la ternura amasas
los sueños y las esperas.
Tu corazón confía esperando que amanezca.

Antes del alba, tus ojos
vuelven a llorar serenos.
Se te rompen los recuerdos,
recuperas las ausencias,
y tu corazón confía esperando que amanezca.

Quiero esperar junto a ti
hasta que despunte el alba;
y la luz del nuevo día
ilumine el corazón.
Quiero esperar junto a ti
y pasar la noche en vela,
como tú, aguardando la promesa.

Antes del alba, tus labios
pronuncian sin gran reproche:
si «hágase» le dije al día,
«hágase» digo de noche.
y tu corazón confía esperando que amanezca.


(Alejandro Labajos, SJ)


 

Anunciación del Señor. Un anuncio que cambió el mundo para siempre. Es una sorpresa para María, es una palabra de alegría. No es una imposición, es una elección, es una palabra llena de solemnidad pero que acaricia su historia y su libertad. Elegida como mujer para ser Madre, elegida como mujer para formar parte importantísima de la Historia de la Salvación.



El instante que transformó toda la historia, sucedió con un Sí. Los instantes que transforman tu vida y nuestra historia también dependen de tu Sí.

Hoy también celebramos la Jornada por la Vida con el lema "La vida, buena noticia". 

 

Dios compasivo y misericordioso,
elevamos nuestras voces
y nuestros corazones
para celebrar la vida
como buena noticia que nos has donado.
Reconocemos en cada momento
y en cada ser humano
una manifestación de tu amor incondicional.
Ayúdanos a valorar
y proteger la vida en todas sus etapas,
recordándonos constantemente
nuestro deber de promover
la dignidad y el respeto hacia cada persona,
especialmente hacia las más vulnerables.
Que nuestras acciones y nuestras palabras
sean testimonios vivientes de tu amor
y de nuestra responsabilidad
como custodios de la vida.
Te lo pedimos por intercesión de santa María,
Madre de la Vida.
Amén
 

 

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