Sé luz
¿Has pensado en lo importante que es que tú seas luz para los demás? Brilla con la luz que Dios te ha regalado, pero sin cegar a los demás... Deja que también sean luz.
Jesús resucitado consuela y llena de sentido la vida de cada día. Su presencia expulsa toda fuerza del mal, condena toda violencia, rechaza toda injusticia. La nueva vida de la Pascua que Jesús nos regala va creciendo en medio de dificultades. La Vida vence siempre a la muerte, la Luz desplaza a la oscuridad, el Amor es más fuerte que el odio.
Pese al descrédito social generado por intereses escondidos, los discípulos de Jesús estamos llamados a vivir y celebrar el tesoro de la fe, por el cual, quienes creemos en el Resucitado no quedaremos en tinieblas: él ha venido como luz del mundo, una luz que no conoce ocaso. Una luz que Él nos da generosamente, que se entrega para que nosotros seamos, que nos llena de esperanza y confianza. Es una luz que debemos transmitir siendo testigos de ella con nuestras palabras, gestos y detalles.
"No he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo". Jesús no viene a juzgar al mundo, sino a salvarlo. Los elementos del juicio los ponemos nosotros con nuestro actuar. Al atardecer de la vida nos juzgaremos en el amor. Según hayamos tratado a los demás será la condena o la inocencia.
Jesús conoce lo que vivimos. Vive con cada persona todos los movimientos de nuestro corazón. Los de acogida, alegría, agradecida y los de cerrazón, miedo, soledad, ira. Oye nuestra voz aunque no hablemos. No necesita nuestras explicaciones, por eso no hay más juicio que los frutos del Espíritu. Lo que vivimos y la intención con que vivimos se plasma en lo que construimos. Ambientes de familia, de reino de Dios. O ambientes de vacío y de falta de paz.
Si él no juzga y sólo quiere la salvación ¿quiénes somos para condenar? Nuestra vida debe ser fidelidad a la Palabra y a la escucha. Quién la rechaza él mismo se juzga al construir su vida lejos de Dios y los hombres.En Jesús se hace visible, toda la bondad del Padre. En Jesús el invisible, se hace visible y cercano.
Llena de claridad mis zonas oscuras.
Me invitas a proclamar con mis gestos que Dios es amor.
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