A nuestro lado

 

"Pero él les dijo: «Soy yo, no temáis»".
 
(Jn 6,16-31).

Al caminar sobre las aguas turbulentas del lago y al auxiliar a los discípulos en dificultad por la violencia del viento contrario, Jesús les revela su “identidad profunda”, es decir, su naturaleza divina.

Al oscurecer. En los momentos donde no se ve nada. Donde el viento de la adversidad sopla fuerte; cuando el lago de la vida se encrespa, Jesús se acerca a nuestra barca, a nuestra vida. Camina sobre ese mar para decirnos: <<Soy yo, no temáis >>

Es de noche y Jesús se acerca. En toda noche, Jesús es presencia de paz. Con su presencia ilumina, por medio de su amor, las conciencias. Con qué fuerza resuenan en el corazón de la comunidad las palabras de Jesús: «No temáis», «Soy yo». Frente a todo abandono de los discípulos por temor, aparece la fidelidad de Jesús de estar siempre con sus amigos, porque su amor es fiel.

La tormenta que con Él se vence, la que nos asusta y donde Él nos quita el miedo, la que nos deja paralizados y Él nos levanta, la que nos quita la fe y donde Él nos llama, la que nos deja helados y en la que Él nos abraza.


"Pero él les dijo: «Soy yo, no temáis»".
Poder escuchar esa frase, desde dentro, frente a cada nuevo reto, frente a cada nuevo día, es lo que nos resucita. La razón de nuestra alegría es que el Señor está con nosotros. Pues es también el inhibidor de miedos y temores. Descubramos juntos lo que significa vivir sin temor. Poner nuestra vida al servicio de los demás. Despertando la creatividad, inaugurando la cultura del encuentro y del cuidado. No hay viento ni tormenta que paralice un corazón ardiente incendiado de amor y de alegría.

"Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra enseguida, en el sitio adonde iban" Así nosotros. Pensamos que Él está del otro lado, que está en el cielo. Pero es preciso convencerse de que está muy cerca de nosotros. Jesús está a nuestro lado.

Yo te creé por amor en las entrañas de tu madre.
Te protegeré hoy y todos los días de tu vida.
No temas, porque no me alejaré de ti, mis pasos no se separarán de los tuyos,
también cuando el viento sople y tu barca corra peligro de hundirse.

Te protegeré, hasta cuando tú no me sientas cercano.
Te protegeré, también cuando te alejes de mí.
Te protegeré cuando hagas daño a tus hermanos, mis hijos, y me hagas sufrir.
Te protegeré incluso cuando te sientas probado y machacado.
Te protegeré hasta cuando veas sufrir con impotencia a las personas que quieres.
No temas. Siempre estaré contigo. Te lo prometo.
No seas orgulloso. Acércate a mí. Déjate proteger.

No temas. Nunca dejaré de mirarte. Te miraré con cariño, con comprensión.
Te miraré, como una madre mira a su hijo recién nacido.
Te miraré, como un padre que espera que su hijo le diga “papá”
Te miraré, para que siempre que vuelvas tus ojos hacia mí
encuentres los míos mirándote, sonriéndote, acogiéndote, amándote.
Mírame como un niño, feliz y seguro, cuando su padre lo mira.

No temas. Confía en mí. Nunca te defraudaré.
Y comparte tu paz y tu esperanza con los que tienen miedo.


 

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