Mensajeros

 


«Yo envío mi mensajero delante de ti 
para que prepare el camino ante ti» 
(Lc 7,24-30) 

 

Adviento es tiempo de profetas. El evangelio fija hoy nuestra mirada sobre el elogio de Jesús a Juan Bautista, el profeta-precursor. Ese elogio, además, recoge algunos de los rasgos que, según el Maestro, permiten reconocer al auténtico profeta.

- Un profeta jamás se rebaja a ser una débil caña agitada por cualquier viento, ni se enfunda ostentosos ropajes de lujo. La pobreza ha sido siempre el hábito permanente de la profecía.

- Juan es no sólo profeta sino más que profeta, por su condición de precursor de Jesús, el Esperado. Preceder es llegar antes, preparar el camino y, después, desaparecer. Asume que, inmediatamente detrás de él, viene “el más importante”.

- Su misión es señalar. Y hacerlo en la correcta dirección. El oficio de Juan Profeta genera la espiritualidad de los “ojos abiertos” para verlo todo y reconocer en medio de la maraña de la realidad al Deseado.

¿Existen aún, en estos tiempos áridos de increencia, precursores auténticos? Hoy, el evangelio nos ayuda a no confundirlos. Ellos mantienen viva nuestra espera.

El caminar de fe no es un camino solitario nos han precedido en el anuncio y nosotros invitamos a otros a seguirlo.  Seamos mensajeros desde nuestra pequeñez del gran Rey que nos viene.

 Jesús envía evangelizadores que anuncien la Buena Noticia no solo con palabras sino sobre todo con la vida.

¿Soy consciente de que soy misionero en la medida en que me he encontrado con el amor de Jesús?  

 

“La Iglesia no puede dejar de anunciar a Jesús como Señor y Mesías” (EG 249).

Señor, has ido suscitando profetas a lo largo de la historia de la salvación, que sin miedos ni cobardías, trasmitieran a las gentes, tu mensaje. No siempre les ha sido fácil. Frecuentemente, chocaban con ideologías, con intereses egoístas, y han sufrido el rechazo. Hoy, continúas suscitando nuevos profetas que sigan anunciando tu mensaje. Nosotros somos esos nuevos profetas. No quisiéramos fallarte. Y desde la coherencia de nuestra vida, ser tu voz, que trasmita a nuestro mundo tu mensaje salvador.

 


Juan Bautista, que saltaste de alegría en el seno de tu madre Isabel cuando María, la madre de Jesús, la saludó al visitarla. Ayúdanos a que nuestras vidas se llenen de alegría al experimentar la cercanía de María y de Jesús.

Juan Bautista, tú fuiste enviado para dar testimonio de la luz y para que todos creyeran por lo que tú decías.  Ayúdanos a vivir en la luz de Cristo y a transmitirla.

Juan Bautista, fuiste enviado para preparar al pueblo para acoger al Señor. Que el testimonio de nuestra vida y nuestra palabra animen a los que nos rodean a acoger al Señor.

Juan Bautista, tú dijiste a la gente que deberían volver a Dios y anunciaste que todo árbol que no da buen fruto, se corta y se echa al fuego. Que sepamos convertirnos y ayudemos a los demás a hacerlo.

Juan Bautista, tú predicaste que quien tuviese dos trajes le diese uno al que no tuviera ninguno. Que tengamos un corazón generoso y solidario con los más pobres.

Juan Bautista, que pedías a los comerciantes y funcionarios públicos que no cobrasen más de lo que correspondía. Que trabajemos todos por una sociedad justa y honrada.

Juan Bautista, que insistías a los soldados que no le quitasen nada a nadie. Que no haya prepotencia ni abuso con los más débiles por parte de los que tienen poder y fuerza.

Juan Bautista, que mostraste la persona de Jesús a tus discípulos y diste testimonio que era el Hijo de Dios. Que seamos misioneros para acercar a los demás hasta Jesús.


 

 

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