De nuestra familia

 


Genealogía de Jesucristo, hijo de David. 
 (Mt 1, 1-17)

El Evangelio de hoy nos puede parecer un poco aburrido pero vemos cómo tras muchos nombres de los antepasados de Jesús llega Él, llega la Luz, llega el Salvador.

El Evangelio nos acerca a la genealogía de Jesús, y "es una invitación a asumir nuestra propia historia, con sus luces y con sus sombras y dejar que el Niño Dios ilumine las tinieblas y las sombras de nuestra vida y de nuestra historia.

Dios no entra en la historia desde arriba, Dios se moja, se encarna en una mujer concreta, en un lugar concreto, en la historia de un pueblo concreto. Asumiendo nuestra naturaleza, marcada por la debilidad y por la corrupción, nos libera del pecado y la muerte.

Jesús tiene una genealogía humana. Hombres y mujeres que no fueron ejemplos de perfección, ni modelos de conducta. Contando con sus errores, Dios trazó su plan de salvación. Dios no elige a los mejores, nos hace mejores cuando nos elige.

La genealogía de Jesús es una invitación: A aceptar la historia como es. A aceptarme a mí mismo como soy. A aceptar a los demás como son. Porque todos seguimos siendo posibilidades de Dios. Porque todos seguimos siendo instrumentos de Dios.

Por eso, Señor: No te pido me hagas grande. No te pido sobresalir. Ni sentirme más que los demás, sino aceptarlos como son. Te pido me concedas la gracia: De ser yo mismo. El que tú quieres que sea. El que soy de verdad. Con mis virtudes y cualidades. Con mis defectos, con mis éxitos y fracasos. Que sepa reconocer tus dones. Que sea agradecido a tus regalos. Que los ponga en circulación. No soy más por creerme más. Déjame ser desde mi pobreza: Lo que soy y quieres que sea.

Esta no es una alineación ilustre de hombres y mujeres perfectamente santos. Sin embargo, Dios eligió trabajar a través de estas personas para producir el mayor bien que el mundo ha conocido o conocerá jamás: la Encarnación, Dios hecho carne.

La presencia de Dios en medio de la humanidad va a ser diferente para siempre. Jesús completa y da plenitud cada promesa que Dios hizo al pueblo, toda palabra que les sirvió de guía, cada señal que mantuvo encendidas las ascuas de la alianza...

La historia de Jesús es una historia de amor única e irrepetible. De entrega generosa y de aceptación de la voluntad del Padre. ¿Te atreves a intentarlo en tu vida?

 


Señor de la vida y de la historia, me siento feliz de tenerte en mi vida y contrate todo lo que hay en mi corazón. Tú caminas conmigo y me llevas de tu mano por senderos donde la luz separa las tinieblas.  Te has desbordado en mi corazón desde el principio de mi existencia, no me abandonas ni me dejas caer ante situaciones complejas que ponen en jaque mi alma y la confianza de permanecer Contigo.

Desde Abraham hasta María, has manifestado tu amor y tu compasión, nunca pasaste por desapercibido la búsqueda perenne del hombre para ofrecerle tu reconciliación y tu paz.

Oh mi Dios, Tú nos has dado el más preciado regalo de amor: la encarnación gloriosa de tu Hijo Amado, el más grande misterio de tu misericordia que engloba todo principio y final.

Te pido, Dios de mi vida, que me ayudes a despojarme de todo cuánto me impide reconocerte como el Dios de la ternura, como el Dios que va caminando con cada uno de nosotros y nos anima a salir adelante

Tú Señor, eres el Dios que ha reconocido nuestras miserias desde el comienzo del tiempo y las has transformado con el fuego sagrado de tu perdón, de tu amor por la humanidad.  Tú, que siempre te has enmarcado en el corazón de la humanidad, no nos eres indiferente, conoces nuestras penas, dolencias y frustraciones.

Quiero vivir contigo para siempre, reconocer que nunca me abandonarás, y que me colmas de dichas y bendiciones por siempre.

 


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