Dios con nosotros
(Jn 1, 1-18).
Navidad es un misterio de luz. " La Palabra es la luz verdadera que venida al mundo ilumina a todo hombre" (Jn 1,9), desenmascara nuestras mentiras y corrupciones y nos hace limpios y transparentes. Que esta Luz entre hasta lo más secreto de la conciencia y de las instituciones.
Si sólo buscas llevar una vida confortable, no te expongas a ser discípulo del que fue colocado en un pesebre y en una cruz. Si le sigues, busca y vive en conciencia el Evangelio. Ora, entrégate, sirve. Acepta con paz ser probado sin tregua. Jesús, es el Camino para el hombre.
La señal es un niño, envuelto en pañales y en un pesebre… lo pequeño, el que tiene una necesidad, en los lugares donde no podían ni imaginar buscar a nadie… “Nos ha nacido un Salvador”… Esta es la gran noticia que no deja indiferentes, que nos pone camino
UN NIÑO ENVUELTO EN PAÑALES. Y contra todo pronóstico, ganó la pequeñez, la fragilidad, la vulnerabilidad, la indigencia, la sencillez, la indefensión, la ternura, el llanto, la inocencia y la alegría.
"Encontraréis a un niño en un pesebre." "Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres". "En la ciudad de Belén hoy nos ha nacido el Salvador". Feliz día de la Natividad del Señor
El Verbo se hizo carne. El que estaba junto a Dios. Que era Dios. El que hizo todo. El que contenía la vida. El que era luz verdadera. El que estaba en el mundo. El que no fue recibido en su casa. El que nos hace hijos de Dios si creemos en él.
Para que sea verdaderamente Navidad, no olvidemos esto: Dios viene a estar con nosotros y nos pide que cuidemos de nuestros hermanos, especialmente de los más pobres, los más débiles, los más frágiles, a los que la pandemia corre el riesgo de marginar aún más.
Un corazón cálido, generoso, comprometido es el mejor lugar para acoger al Niño que acaba de nacer. ¡Seamos, cada uno de nosotros, un buen Hogar para Dios hecho Niño
Esta noche se ha encendido una luz. Es una luz suave, y nos recuerda que en nuestra pequeñez somos hijos amados, hijos de la luz (1 Ts 5,5). Alegrémonos juntos, porque nadie podrá apagar nunca esta luz, la luz de Jesús, que desde esta noche resplandece en el mundo.
Hermana, hermano, si, como en Belén, la oscuridad de la noche te rodea, si las heridas que llevas dentro te gritan: “¡no vales nada!”, esta noche Dios responde y te dice: “Te amo tal como eres. Me hice pequeño por ti. Confía en mí y ábreme el corazón”.
Navidad es Novedad. Dejar que el amor nos cambie. Confiar en un Dios que, hecho niño, nos dice: "Estoy aquí, en lo pequeño, humilde y pobre". Prepara tu corazón para que renazca en él con más fuerza el amor. Derrocha ternura. Pon en tu boca y en tu alma un cántico nuevo.
Esto es lo que podemos pedir a Jesús por Navidad: la gracia de la pequeñez. “Señor, enséñanos a amar la pequeñez. Ayúdanos a comprender que es el camino hacia la verdadera grandeza”.
Jesús nace cerca de los olvidados de las periferias. Viene a ennoblecer a los excluidos y se revela sobre todo a ellos; no a personajes cultos e importantes, sino a pastores, gente pobre que trabajaba.
El Verbo se hizo carne para dialogar con nosotros. Dios no quiere tener un monólogo, sino un diálogo. Dios nos mostró el camino del encuentro y del diálogo al venir al mundo en la Persona del Verbo encarnado.
Mientras el anuncio del nacimiento del Salvador, fuente de la verdadera paz, resuena en el mundo entero, vemos todavía muchos conflictos, crisis y contradicciones. Imploramos a Dios que suscite en nuestros corazones anhelos de reconciliación y de fraternidad.
ORACIÓN FINAL DE NOCHEBUENA
Hoy vengo a ti, como un niño más.
Aparentemente siendo nadie, en medio de la noche,
Tras tener a mis padres buscando posada
Y haber tenido que nacer en un pequeño establo
A las afueras de la ciudad de Belén.
Hoy vengo a ti, como un niño más,
Aparentemente sin llamar la atención.
Sólo el aviso de los ángeles anunciaron
Que el tiempo ya estaba cumplido
y que el dueño del tiempo y de las horas
había dado inicio a una nueva etapa en la historia
para encontrar los corazones rotos,
las lágrimas que resbalan por las mejillas,
los silencios de quienes viven en soledad,
los ausentes del mundo y de la vida de cada día…
y darles un signo de esperanza
en medio de la debilidad de un simple pesebre,
alejado del mundo y de los honores.
Hoy vengo a ti y te invito a que vengas,
Sí, al portal de este pesebre
Que no es otro que el portal de tu corazón,
Donde hoy llamo a tu puerta para que me des posada.
Hoy vengo a ti porque me invocaste,
Me pediste auxilio,
Y me angustiaba tu desconsuelo.
No vengo para hacerte nadie importante.
Tan solo vengo a mostrarte el pedazo de cielo
Que tengo guardado solo para ti,
Para que lo comprendas y lo compartas,
Para que lo hagas crecer y fortalecer tu comunidad.
Hoy vengo a ti, en el silencio de esta noche,
Donde muchos no me esperan,
Porque andan un poco despistados en sus fiestas,
En sus luces, en sus canciones, en su mundo, a fin de cuentas,
Y solo me cantan villancicos pero no saben quién soy.
Hoy vengo a ti, en el corazón de esta noche
Y en el corazón donde tú te encuentras,
Para poner la luz que necesitas,
Para darte el alivio y el consuelo que desde siempre buscabas,
Para abrirte caminos que no tienen fronteras,
Para que aprendas un lenguaje nuevo: el del amor incondicional
Que es capaz de mover montañas
Y de cambiar este mundo que vive aislado en su propia soledad.
Hoy vengo a ti, amigo y hermano del alma
Para que descubras que desde siempre,
Desde el principio de los tiempos,
Ya estabas en mi corazón y por eso vengo al tuyo.
Déjate amar. Permite que ponga yo la leña y el fuego
Para que al calor de esta llama
Puedas escuchar el mensaje que traigo para ti
Y que te dará paz.
Sí, amigo, hermano,
Hoy nazco para ti, consuelo tuyo y consuelo de muchos.
Feliz esperanza renovada si la dejas pasar.
Feliz regreso a la vida, si te dejas abrazar.
Feliz navidad si me permites entrar.
(P Juanma Arija)
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