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Signos y prodigios




“El hombre creyó en la palabra de Jesús 
y se puso en camino” 
(Jn 4,50)  

Los gestos sencillos, las palabras de verdad, abren el camino al Espíritu.
Así hizo el funcionario real que presentó a Jesús una necesidad vital de un criado.
Dile a Jesús lo que llevas en el corazón, como haces con un amigo: eso es orar.
Escucha la palabra de Jesús: eso es orar.
Vete adonde Jesús te pida: eso es anunciar el Evangelio.   

“Como no veáis signos y prodigios, no creéis.”
Incluso así, aunque sea por propio interés, aunque queramos que sea a nuestro modo, aunque seamos cansinos, aunque te olvidemos a la primera de cambio, aunque nuestra fe sea muy débil...
Sigue estando a nuestro lado.

Nuestra vida diaria está llena de pequeños gestos que revelan la grandeza de Dios.
Es tiempo de PREGUNTARSE qué es lo que mueve mi corazón.

«Y creyó él con toda su familia».
El funcionario del evangelio hizo partícipe de la fe a los suyos.
Un buen compromiso para nosotros: sobre todo si la fe la traducimos en detalles de amor para los que nos rodean.

Hoy queremos hablarte, Señor, de lo que nos duele, o mejor, de lo que duele a los demás. 
Sabemos que a ti te importa mucho que aliviemos el sufrimiento de los otros. 

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