La muerte nos
duele y nos deja en silencio, pero no tiene la última palabra.
Hemos de
aprender a vivir ese silencio, a trascender el dolor y esperar.
Hoy la Palabra
calla para poder cantar mañana.
El amor es
enterrado, se hace el silencio.
Este es el plan
de Dios para que la semilla florezca y perfume la tierra
Silencio.
El grano de
trigo hemos de enterrarlo para que dé fruto.
Silencio.
María aún espera
en agonía la resurrección de todos los hijos que viven en sombras de muerte.
Hoy vivirá sólo
silencio, con María.
María guarda
silencio.
Siente en el
fondo de su corazón que el Amor no puede acabar.
Por eso, espera
que su noche se vuelva amanecer.
Silencio… calma…
espera…
Esperanzados
porque pronto triunfará la VIDA y todos seremos salvados.
“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?No está aquí. Ha resucitado” (Lc 24,5-6).
Busca a Jesús en la vida.
Él está vivo.
Pon algún símbolo que hable de vida en los lugares donde te vas a mover hoy.
Cuando respiro, te siento, Jesús.
Cuando amo, te encuentro, mi Señor.
Oración
Déjame estar contigo, María de la Soledad.
Sin decir nada, María del Silencio.
A la espera de Jesús, María de la Esperanza.
"Sepultado el Señor, sellaron la piedra
y pusieron la guardia para custodiarlo".
Se alejó nuestro Pastor, fuente de agua viva.
Un gran silencio envuelve la tierra, una gran soledad.
Duerme y descansa en paz, Jesús Nazareno.
Dios, tu defensor, va a restituirte el honor
que los hombres te arrebataron;
mañana su falsedad y engaño quedarán al descubierto.
Estás ahora acostado en el lecho de la tierra;
duerme y descansa en paz, que mañana Dios te despertará
para que amanezca la alegría de tu corazón vivo,
rompiendo la piedra del sepulcro,
y te muestres vencedor ante los hermanos.
Tu Señor y nuestro Dios te hará vivir tranquilo.
Descansa en paz y duerme ahora.
Pon tu suerte en esas manos, no vacilarás.
Que tu carne descanse serena hasta la alborada.
Y mañana... enséñanos a todos el sendero de la vida;
llénanos con tu presencia de alegría para siempre.
Pero ahora, duerme y descansa en paz.
Permitamos que tu Padre prepare la gran fiesta de mañana,
porque Tú, Salvador nuestro,
ya has destruido el poder del enemigo.
Nosotros procuraremos lavar un poco más el corazón, preparándolo para recibirte y escuchar tu voz.
Mañana... tómanos de la mano a todos, levántanos, dinos: "Despiértense, los que duermen, levántense de entre los muertos, que yo seré vuestra luz".
Que tu sueño, Señor, nos saque del sueño del abismo.
Junto a tu cruz y tu sepulcro tuviste a tu Madre dolorosa,
participando en tu aflicción: haz que tu pueblo, nosotros, sepamos acompañarla.
Y como Tú, grano que caíste en la tierra para morir y dar fruto, como Tú, también nosotros sepamos
morir al pecado y vivir para Dios.
Que siguiéndote a ti, caminemos siempre en una vida nueva. Cambia nuestro luto en danza;
muda nuestro traje de presidarios y vístenos de fiesta.
Volvamos al Señor; que Él nos sane,
que Él nos vende, que Él nos resucite.
A precio de la sangre de Cristo hemos sido rescatados.
"Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre ".
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