“Tampoco yo te condeno”
(Jn 8,11)
Dios perdona y va más allá: con gran misericordia
Es fácil ver el pecado de los demás.
No puedo evitarlo:
¿Dónde estaba el cómplice?
Tal vez Jesús al escribir en el suelo dejó claro que
más de uno que había visitado a la mujer acusada.
La Ley condenaba a ambos.
Jesús no aprueba la utilización de las personas.
Quien utiliza al otro como si
de un objeto se tratara desprecia a la persona.
Todos somos pecadores.
Todos.
Así que antes de acusar a alguien, mira en tu
corazón, y aprende a perdonar
. Señor, que trate a las personas como deseo tratarte a Ti.
Jesús es el que perdona.
¡Qué tiniebla inunda el corazón
humano ni no hay perdón para el adversario!
Si se pierde la misericordia, se
pierde todo.
Acércate confiadamente a Jesús.
Ábrete sin temor a la acción del
Espíritu Santo.
Anuncia la grandeza de Dios.
No queremos rechazar este magnífico don.
Aceptamos la invitación que nos haces a recorrer los nuevos caminos del perdón mutuo.
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