“Está cumplido”
(Jn 19,30).
Jesús se ha entregado por entero.
Su última palabra es de
triunfo.
En la Cruz, Jesús transformó la mayor iniquidad en un acto supremo de
amor.
En la cruz y el dolor, vence el amor sobre el mal
“Nuestra vida
refleja este amor perfecto, cuando ofreciéndola por los demás, como Jesús nos
enseñó, lo hacemos presente en medio de su pueblo” (Papa Francisco).
I. «Padre, perdónalos porque no
saben lo que hacen»
Cuando hacemos daño a una persona, en el fondo, no sabemos lo que hacemos.
Nos
estamos haciendo daño a nosotros mismos.
Estamos haciendo daño a Dios.
Jesús, enséñanos a medir las consecuencias de lo que hacemos, ayúdanos a pedir perdón y a perdonar.
II. «En verdad te digo: hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso»
Jesús, enséñanos a medir las consecuencias de lo que hacemos, ayúdanos a pedir perdón y a perdonar.
II. «En verdad te digo: hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso»
¡Qué fácil es robarte el Paraíso! No lo merecemos, pero tu corazón, sin puertas, siempre abierto, nos lo ofrece cada día.
Sólo tenemos que desearlo, pedirlo y disfrutarlo.
III. «¡Mujer, he ahí a tu Hijo! ¡He ahí a tu madre!»
Señor Jesús, en la cruz, agonizante, nos ofreciste el último presente, el más hermoso.
Nos regalaste a María, tu madre, que, a partir de ese día es también
nuestra Madre.
María, Madre de Jesús y madre nuestra, queremos acogerte como el mejor tesoro, como la perla más preciosa.
María, Madre de Jesús y madre nuestra, queremos acogerte como el mejor tesoro, como la perla más preciosa.
Ayúdanos a acompañar a Cristo, que sigue sufriendo
en los más pobres.
IV. «Dios mío, Dios, mío, ¿por qué me has abandonado?»
IV. «Dios mío, Dios, mío, ¿por qué me has abandonado?»
Dios mío, Dios mío,
¿Por qué nos abandonas en la duda, en el miedo, en la
impotencia?
¿Por qué te callas, Dios, por qué te callas delante de la
mentira, la mentira y la injusticia?
En la hora de las tinieblas, fortalece nuestra fe, para que nunca dudemos de que Tú siempre estás con nosotros, aunque calles.
V. «¡Tengo sed!»
En la hora de las tinieblas, fortalece nuestra fe, para que nunca dudemos de que Tú siempre estás con nosotros, aunque calles.
V. «¡Tengo sed!»
Jesús, tienes la sed del Amor que no te damos.
Tienes la sed de todas las
personas que desean un mundo más humano, más alegre, más fraterno.
¡Danos sed de Amor, de vida plena!
¡Danos sed de Amor, de vida plena!
¡Danos sed! La sed nos conducirá al agua
viva que sólo Dios nos puede dar.
VI. «Todo está consumado»
VI. «Todo está consumado»
Jesús, todo está cumplido por tu parte. Tú ya lo has hecho todo, todo bien.
El
Padre te confío la misión de amarnos y reconciliarnos y lo has dado todo.
Señor, danos luz y fuerza para continuar y completar tu misión, para entregarnos del todo, a fin de que el perdón y el amor de Dios llegue a toda la humanidad.
VII. «¡Padre, en tus manos entrego mi Espíritu!»
Señor, danos luz y fuerza para continuar y completar tu misión, para entregarnos del todo, a fin de que el perdón y el amor de Dios llegue a toda la humanidad.
VII. «¡Padre, en tus manos entrego mi Espíritu!»
Tú viniste del Padre y ahora al Padre vuelves.
Y el Padre te acoge satisfecho,
por tu entrega sin medida. Descansa en Paz, por fin, Jesús, en la Paz del
Padre, eterna.
Padre, en tus manos depositamos nuestras vidas y entregamos los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren.
Padre, en tus manos depositamos nuestras vidas y entregamos los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren.
En tus manos, encontramos la Paz
y la fuerza que resucita.
Nuestra vida tiene
muchas cruces.
Pero, ante la Cruz de Cristo,
¿cuál es tu respuesta?
Al acabar cada día, te diré confiadamente mi Dios,
amén.
ORACIÓN ANTE LA CRUZ
Ante ti, oh cruz, aprendo lo que el mundo me esconde:
que la vida, sin sacrificio, no tiene valor
y que la sabiduría, sin tu ciencia, es incompleta
Eres, oh cruz, un libro en el que siempre
se encuentra una sólida respuesta.
Eres fortaleza que invita a seguir adelante
a sacar pecho ante situaciones inciertas
y a ofrecer, el hombro y el rostro,
por una humanidad mendiga y necesitada de amor.
Ahí te vemos, oh Cristo, abierto en tu costado
y derramando, hasta el último instante,
sangre de tu sangre hasta la última gota
para que nunca a este mundo que vivimos
nos falte una transfusión de tu gracia
un hálito de tu ternura de tu presencia
una palabra que nos incite
a levantar nuestra cabeza hacia lo alto.
En ti, oh cruz, contemplamos la humildad en extremo
la obediencia y el silencio confiado
la fortaleza y la paciencia del Siervo doliente
la comprensión de Aquel que es incomprendido
el perdón de Aquel que es ajusticiado.
En ti, oh cruz, el misterio es iluminado
aunque, en ti, Jesús siga siendo un misterio.
Amén
Javier leoz
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