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¡Cristo vive! ¡Ha resucitado!





"Él había de resucitar de entre los muertos" 
(Jn 20, 1-9)

¿Te sientes solo y has perdido la esperanza?
¿Por qué buscas entre los muertos al que está vivo, tú que te sientes solo, abandonado por los amigos?

Es la mejor noticia: 
¡Cristo vive! 
¡Ha resucitado! 
Corre tú también a anunciarlo

“Señor, ayúdanos a asumir la cruz con esperanza danos fe para creer en la resurrección, convierte nuestra mirada para descubrir los signos de la vida, y contágianos la alegría de Cristo resucitado”

Has resucitado, Jesús,
Tu amor es más fuerte que la muerte.

Venciste a tu muerte y a la nuestra, Jesús
Creemos en una vida nueva para siempre.

Has abierto de par en par las puertas del futuro, Jesús.
Podemos avanzar con esperanza, pase lo que pase.

Has roto los límites de lo posible, Jesús.
Nada de cuanto podamos imaginar es demasiado para Ti.

Nos has contagiado tu vida plena, Jesús
Podemos empezar una existencia de resucitados, ¡cuanto antes!

Tu Espíritu resucitador aletea en el mundo entero, Jesús,
una nueva sociedad es posible, está en marcha.

Contigo resucitó tu Palabra y tu proyecto, Jesús
Podemos llamar Padre a Dios y vivir como auténticos hermanos.

“EL SEÑOR ES MI VIDA”
“He resucitado y aún estoy contigo,
has puesto sobre mí tu mano:
tu sabiduría ha sido maravillosa.
Aleluya”.  

Cristo ayer y hoy
principio y fin
alfa y omega.
Suyo es el tiempo y la eternidad.
A él la gloria y el poder,
por los siglos de los siglos.
Amén.      

Señor, Dios de la Vida,
remueve la piedra de nuestro egoísmo,
la piedra que ahoga nuestra esperanza,
la piedra que destruye el entusiasmo,
la piedra que cierra el corazón al perdón.  
Resucita en nosotros la alegría,
las ganas de vivir,
el deseo de soñar.  

Haznos personas resucitadas,
que no se dejan envolver por la muerte,
sino que cuidan y alientan siempre
el germen de vida en el que creen.  

¡Feliz Pascua!  

¿Qué nos traes, Cristo, en esta mañana?
Os traigo la luz, para que brille en la oscura tiniebla
y  mi vida, ahora eterna,
para que vuestra muerte ya no sea un para siempre.
¿Aún me preguntáis qué os traigo?
Mi cuerpo lacerado, pero victorioso por el Creador.                 
Mis manos taladradas, pero abiertas para abrazaros.
Mis pies atravesados, pero dispuestos a acompañaros.
¿Y todavía me preguntáis que qué os traigo?
Os traigo el secreto para ser fuertes: la fe.
Deposito ante vosotros la posibilidad de ser libres,
el esfuerzo de quien sabe que hay un Alguien después,
la seguridad de que, tras el velo del Viernes Santo,
mi Padre os aguarda a los que esperáis y creéis en El.

¿Qué nos traes, Señor, en esta mañana  de Pascua?
Os avanzo una gran noticia: la muerte, con la mía
ha sido aniquilada y vencida.
Cuando un día caigáis en sueño profundo,
comprenderéis el fruto de este amanecer pascual:
seréis eternos, como mi Padre es eterno,
estaréis convocados a una fiesta sin final
donde, vuestros ojos, se asombrarán
ante la belleza del rostro de Aquel que os creó.
¿Todavía me preguntáis qué os traigo?
Frente a un mundo pequeño,
os regalo un Reino inmenso.
Frente al llanto del suelo, os garantizo la dicha eterna.
Frente a la cruz pesada, os anuncio el consuelo divino.
Frente al absurdo de la muerte, la vida conquistada.
Y, junto con todo esto, os traigo un ruego.

¡Creed en Dios! ¡Esperad en Dios!
Que El, como a mí, os dará vida plena y resucitada.

P. Javier Leoz

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