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En la Galilea de la vida


“Jesús les salió al encuentro 
y les dijo: Alegraos” 
(Mt 28,9) 

En la vida de fe pocas veces podemos retener la vivencia del encuentro con Dios. 
Los momentos fuertes de encuentro siempre son impulso para llevar el mensaje a los demás. 
Las mujeres no se dejaron sobornar, hicieron lo que el Resucitado les había pedido. 
Si la vivencia religiosa es mero trámite u obligación, bien puede cambiarse por unas monedas o un ascenso como los soldados.


"Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; 
llenas de miedo y de alegría 
corrieron a anunciarlo a los discípulos"


 El encuentro con el Resucitado cambia nuestra vida y nos lanza a contárselo a todo el mundo. 
Nos ha citado a todos a encontrarnos a todos con Él, en la Galilea de la vida. 
Recorrer la vida con Jesús, construyendo fraternidad es abrir el corazón y ser buena noticia para los que sufren haciendo de nuestra vida colaboración a la redención del mundo.
 
El encuentro con el Resucitado cambia los miedos en anuncio gozoso. 
Abre tus oídos y deja que resuene en tus adentros esta palabra: Alégrate. 
La alegría es la señal de todas las comunidades de Jesús.
Donde hay alegría ahí está Jesús. 
Tu alegría puede ser el sendero que lleve a muchos a encontrar a Jesús. 


La Resurrección debería manifestarse en nuestro rostro, en nuestros sentimientos y actitudes

         

Tú alegras mi corazón. 
Canto y toco para ti, Jesús resucitado.



• Señor, que en mi vida cristiana sepa encontrarte en lo cotidiano. Señor, Dios nuestro, alegra nuestro corazón con tu presencia y enséñanos el sendero de la vida; así viviremos con la esperanza firme en una vida plena. 
Que la alegría del encuentro con Jesús Resucitado, nos comprometa a comunicarlo en nuestros ambientes.     



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