"Vosotros sois la sal de la tierra...
Vosotros
sois la luz del mundo"
(Mt 5, 13.14).
Nos envías por el mundo como sal y luz para traer la paz
a la tierra viviendo el amor.
George Bernanos, escribía:
”Cristo nos pidió que fuéramos sal de la tierra, no
azúcar y menos sacarina. Y no digáis que la sal escuece. Lo sé. Lo mismo que sé
que el día que no escozamos al mundo y empecemos a caerle simpáticos será
porque hemos empezado a dejar de ser cristianos”.
Festejamos hoy a San Isidoro de Sevilla, padre y pastor
del pueblo de Dios y una de las glorias más insignes de la Iglesia de España.
“Que nuestra palabra sea limpia, sencilla, abierta, llena
de gravedad y corrección, dulce y suave... sin menospreciar, ni condenar”. (San
Isidoro)
Te damos Gracias, Dios Bueno y Misericordioso, porque Tú
nos ofreces generosamente cada día la oportunidad de ser sal y luz en medio del
mundo, para dar buen sabor a todos con tu Buena Noticia e iluminar al mundo con
la Luz de tu Evangelio.
Gracias porque Tú nos invitas a ser una luz que guíe a los demás hasta Ti, y sin cegar nunca.
Nos invitas a ser sal, como servicio hacia los demás, buscando el bien común y creciendo en fraternidad.
Ten Misericordia de nosotros y haznos Tú humildes para no sentirnos nunca superiores a los demás, y para ser sencillos, respetando a cada persona.
Danos Tú la capacidad de la sal, para ser entregada, repartida y diluida donde más se necesite de ella.
Recuérdanos cada día dar nuestro sabor de la fe para que nuestro mundo no se vuelva insípido, y ayúdanos Tú, Dios nuestro, a ser reflejo de tu Luz en medio del mundo para que no se vuelva oscuro, ni se vuelva indiferente al dolor y al sufrimiento.
Gracias por entregarnos la capacidad de ser sal que quite los sinsabores de la vida y de la sociedad, y por entregarnos la capacidad de curar heridas.
Gracias por invitarnos a ser sal de buenas obras, que mejoren la realidad actual que nos rodea, y por recordarnos nuestra responsabilidad de brillar como una nueva luz que sea efectiva en este mundo, y que se expanda con brillo por todo los lugares para que todos puedan verte, conocerte y amarte a Ti.
Ten Misericordia de nosotros y no permitas nunca que caigamos en la tentación de esconder nuestra fe en el ámbito privado de nuestra vida diaria, y recuérdanos siempre que la fe que Tú nos regalas es para ser cuidada y compartida con cada persona, porque ella es nuestro servicio que aportar a la sociedad.
Gracias, Dios Bueno, porque llamarnos cada día, por invitarnos a seguirte sin cansancio tras de Ti, por invitarnos a estar contigo, en tu Presencia,
y por enviarnos a tu Misión en medio del mundo.
Gracias porque Tú nos invitas a ser una luz que guíe a los demás hasta Ti, y sin cegar nunca.
Nos invitas a ser sal, como servicio hacia los demás, buscando el bien común y creciendo en fraternidad.
Ten Misericordia de nosotros y haznos Tú humildes para no sentirnos nunca superiores a los demás, y para ser sencillos, respetando a cada persona.
Danos Tú la capacidad de la sal, para ser entregada, repartida y diluida donde más se necesite de ella.
Recuérdanos cada día dar nuestro sabor de la fe para que nuestro mundo no se vuelva insípido, y ayúdanos Tú, Dios nuestro, a ser reflejo de tu Luz en medio del mundo para que no se vuelva oscuro, ni se vuelva indiferente al dolor y al sufrimiento.
Gracias por entregarnos la capacidad de ser sal que quite los sinsabores de la vida y de la sociedad, y por entregarnos la capacidad de curar heridas.
Gracias por invitarnos a ser sal de buenas obras, que mejoren la realidad actual que nos rodea, y por recordarnos nuestra responsabilidad de brillar como una nueva luz que sea efectiva en este mundo, y que se expanda con brillo por todo los lugares para que todos puedan verte, conocerte y amarte a Ti.
Ten Misericordia de nosotros y no permitas nunca que caigamos en la tentación de esconder nuestra fe en el ámbito privado de nuestra vida diaria, y recuérdanos siempre que la fe que Tú nos regalas es para ser cuidada y compartida con cada persona, porque ella es nuestro servicio que aportar a la sociedad.
Gracias, Dios Bueno, porque llamarnos cada día, por invitarnos a seguirte sin cansancio tras de Ti, por invitarnos a estar contigo, en tu Presencia,
y por enviarnos a tu Misión en medio del mundo.
Amén
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