"Effetá"
Hace soñar a los escépticos y aterrizar a los ingenuos.
Hace amar a los indiferentes y resistir a los frágiles.
Y allá donde pone su mano, deja una huella de vida.
"Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua.". Nos sana pasar ratos a solas, apartados de la gente, donde Jesús sea capaz de acariciar nuestra carne enferma. Su caricia nos devuelve la vista. Su beso nos devuelve el habla. Cuanto enfermamos por soledad, por convivir con las mentiras, por creernos rotos para siempre. Y llega Él y sin temor nos restaura como a un mueble viejo, y nos devuelve la vida y el esplendor. Ábrete a que hoy tu vida puede ser nueva.
“Effetá, ábrete”. Abiertos los oídos para escuchar el grito de los que sufren, el susurro del mar, la llamada del que está solo, la palabra amable de quien te quiere, la Palabra que es vida y proyecto. Abre la boca para bendecir, para llamar y pedir ayuda, para una oración al Padre. Abiertos para hacer el bien, cambiados y transformados por Él.
En plena era de la comunicación, estamos más sordos y mudos que nunca. ¡Sal de tu aislamiento! ¡Acércate a los demás, a su realidad, a sus sufrimientos!
“Effetá”. Abrir los ojos a un mundo herido por la indiferencia, el consumismo y el individualismo. Abrir los oídos a la voz de los sin voz, a quienes silenciaron en la injusticia y el hambre. Abrir el corazón a quien sufre la exclusión, la violencia y la indignidad.
El seguidor de Jesús reconoce que su Maestro todo lo ha hecho bien. La mayor tragedia del ser humano, su cerrazón y egoísmo, su aislamiento letal, ha sido superado por su Effetá. Con Jesús no puedes cerrarte en un amor egocéntrico, sino abrirte a las relaciones fraternas de vida
Nos llena de gozo celebrar hoy el nacimiento de nuestra Madre María, porque en Ella vislumbramos no sólo la venida de Jesús, sino también la fuente de gracia y fortaleza para aceptar y custodiar su obra salvífica.
María, aquella que se ha «abierto» totalmente al amor del Señor; su corazón está constantemente en escucha de su Palabra, por su maternal intercesión nos conceda experimentar cada día, en la fe, el milagro del «Effatá», para vivir en comunión con Dios y con los hermanos.
María, mujer de la escucha y del testimonio alegre, nos sostenga en el compromiso de profesar nuestra fe y de comunicar las maravillas del Señor a quienes encontramos en nuestro camino.
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