Dios siempre vence

 


«Para que el mundo se salve por él.»
 
(Jn 3,13-17)

Celebramos hoy la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.

"Que vengan los sabios preguntando dónde está Dios. Dios está donde el sabio con la ciencia soberbia no puede llegar... Dios está en el corazón desprendido…, en el silencio de la oración, en el sacrificio voluntario al dolor, en el vacío del mundo y sus criaturas... Dios está en la Cruz, y mientras no amemos la Cruz, no le veremos, no le sentiremos... Callen los hombres, que no hacen más que meter ruido". (San Rafael Arnaiz)


«Para que el mundo se salve por él.»
Esta es la misión, esta es la voluntad de Dios, este es el gesto de abrir los brazos en la Cruz, este es el sentido del abrazo desde ella que acoge a todo el mundo, esto es lo que da sentido a la vida de 'Dios con nosotros'

Una Cruz injusta, vengativa... que Él transforma en llena de misericordia, llena de bondad, llena de justicia, llena de verdad, llena de amor.

Hay quien piensa que Dios sólo puede dañar a la humanidad: no son claros los argumentos, pero se suele culpabilizar a Dios, de forma simplista, de todos nuestros males. Pues no. "Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él".


La cruz no es una imagen, una idea o un símbolo. La cruz es una realidad inserta en la historia y en la realidad cotidiana. Es la consecuencia de la injusticia, la intransigencia y la maldad. Es la muestra de que Dios al final siempre vence.

De la Cruz de Cristo aprendemos el amor que vence el odio, aprendemos la compasión que vence la indiferencia, aprendemos el perdón que vence la venganza. Los brazos extendidos de Jesús son el tierno abrazo con el que Dios quiere acogernos.

Ante la cruz

Cuando huyas de la cruz, recuerda
que la entrega, llevó a la cruz,
que el amor, se expresó en la cruz,
que la fidelidad, se demostró en la cruz,
que la amistad, se probó en la cruz,
que la verdad, se reveló en la cruz,
que la incredulidad, cayó ante la cruz,
que la fe, se fortaleció en la cruz,
que las heridas, las abrazó la cruz,
y que el pecado, se redimió en la cruz.

Por eso la vida, mi vida, tu vida
que entiende de entrega y de amor,
que se apoya en amigos fieles,
que aspira a la verdad, la confianza y la fe,
que sufre por las heridas y llora el pecado,
no puede huir de la cruz,
sino al contrario: mirarla y amarla.
Porque en ella, la Vida
mira, ama y sana
La vida. Mi vida y tu vida.


(Óscar Cala, SJ)

 


 

 

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