A tu manera Dios

«Meteos bien en los oídos estas palabras: 
el Hijo del hombre va a ser entregado 
en manos de los hombres». 
(Lc 9,43-45). 


En medio de la admiración, Jesús plantea que va a ser entregado. No se puede entender el seguimiento desde el éxito, el reconocimiento y los halagos. El lenguaje del evangelio es oscuro para las aspiraciones. Son otras las palabras: persecución, tradición y muerte.

Vivir el Evangelio sigue molestando en nuestro mundo. Proponer una justicia que cuide y respete la dignidad del hombre no es bien recibido en muchos lugares y corazones de este mundo. Llamados a seguir a Jesucristo, vivir el Evangelio, con todas consecuencias. Él vivió la vida entregándose por cada hombre y mujer de este mundo para salvarnos.

“Pero ellos no entendían este lenguaje (...). Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto”. No tengamos miedo de pedirle al Señor que nos explique sus palabras y en rogarle que nos permita comprenderlas, no tanto en nuestra cabeza como desde el corazón.
Insiste Jesús en que su destino es la entrega, porque hacia ahí caminan también las nuestras.

No quiere equívocos. No nos quiere ingenuos y equivocados pensando en felicidades, logros, éxitos, realizaciones. Jesús nos quiere plenos, pero la plenitud no llega por la ausencia de dificultades. Sino por la capacidad de seguir amando aunque las cosas nos duelan y nos cuesten. Esa es la cruz.

El Hijo del hombre sigue siendo entregado en manos de los hombres de mil formas, cada cual más cruel e inhumano. Sólo un criterio puede salvarnos de perecer en nuestro propio inhumanismo: "la persona es lo primero". Que nunca el adjetivo suplante u oscurezca al sustantivo.

Me descalzo ante ti, mi Señor,
porque el terreno que piso es santo.
No comprendo tu actuar, sobrepasa mi saber,
 confío en tu palabra y en tu amor.
Señor, cuando las cosas van muy mal
y estoy descorazonado, recuérdame tu Pasión.
Entonces seré capaz de avanzar,
con la creencia de que tú has derrotado radicalmente
el mal del mundo desde su interior


 


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