Dar buenas noticias
«El Espíritu del Señor está sobre mí» Cuando lo escuchamos vemos que sus palabras son vida, no vienen de la sabiduría humana ni popular sino de Dios, que nos anima a vivir, a llevar a cabo su mensaje en el mundo, a no quedarnos parados en un mundo.
En la sinagoga de Nazaret, Jesús lee la lectura del profeta Isaías y se aplica a sí mismo sus palabras: se siente enviado a evangelizar a los pobres. Ellos son los verdaderos destinatarios de la Buena Noticia del amor de Dios. Sólo ellos entenderán.
A veces nos pasa también a nosotros, como a los contemporáneos de Jesús, buscamos a Dios en grandes cosas, no entendemos que se presente en los que están a nuestro lado, que es en la vida cotidiana donde mirar, escuchar, aprender y dejarse tocar por Él. Aquellos contemporáneos suyos se quedaron en la admiración, luego al verse cuestionados lo rechazaron. No seamos como ellos y pasemos de la admiración al seguimiento.
El destino del profeta es la incomprensión, la marginación y la persecución. Sus palabras confrontan las dinámicas injustas, perversas y egoístas. Su actitud amenaza a quien vive desde sus cómodos intereses y sus fraudulentos principios. Cuestiona las conciencias.
"Lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo." (Lc 4,16-30). Buscar la voluntad de Dios y compartirla no significa éxito o aprobación. Jesús inició su predicación con un fracaso hasta el punto de querer matarlo. Impresiona la libertad interior que tenía para continuar, sin asustarse ni detenerse. Lo que nos mueve a seguir a Jesús no es que todo sea fácil, cómodo, que nos aplaudan por nuestras opciones. Sino la convicción profunda de que estamos amando en cada decisión que tomamos. Se entienda o no. Agrade o no.
Jesús, lleno del Espíritu, fue a su pueblo para anunciar a sus paisanos la gracia. Pero pasó de largo, porque sus miradas no quisieron encontrarse con la suya. Que el Espíritu abra tu corazón y te disponga para recibir los dones de Jesús. Deja que Jesús actúe en tu pobreza y te transmita la energía de su amor.
Derriba mis barreras y ensánchame el corazón.
Deseo anunciar, contigo, la gracia en este mundo.
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