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Mirad

 


"Sobre él pondré mi Espíritu 
para que anuncie el derecho a las naciones." 
 ( Mt 12,14-21).

Cada una de nuestras vidas está ungida, somos fruto de una elección, de un deseo. Dios nos pensó para ser sus hijos. Para que le conociéramos, para que nos asombremos, para que despleguemos la identidad que cada uno tenemos que esperar única e irrepetible. Nuestra misión es compartir lo que somos en medio de la realidad que nos configura. Vivir es más "ser", que "hacer". Ser amor que crece en la medida que se entrega.


«Mirad a mi Siervo
, mi elegido, mi amado, mi predilecto.» Jesús se retira. Abandona las ciudades del lago y se oculta. Quieren matar la esperanza. El Padre te señala al Siervo como fuente de vida, de esperanza y de futuro. Míralo: no actúa con las armas ni con la fuerza, sino con suavidad y mansedumbre. Míralo: nadie ha dicho jamás que todos los seres humanos son todos iguales y hermanos.

«Mirándote, Señor, todo cuanto ven mis ojos, todo me convida al amor».

"El los curó a todos" Todos tenemos necesidad de sanación. La buscamos, aunque, a veces, por caminos equivocados. Jesús sale a nuestro encuentro: no necesitan médico los sanos sino los enfermos; no ha venido a salvar a justos sino a pecadores. No se trata de ocultar la enfermedad. Él los curó a todos.

 

 

Mirarme desde ti

Mírame tú, Jesús de Nazaret.
Que yo sienta posarse sobre mí
tu mirada libre,
sin esclavitud de sinagoga,
sin exigencias que me ignoren,
sin la distancia que congela,
sin la codicia que me compre.
Que tu mirada se pose en mis sentidos,
y se filtre hasta los rincones inaccesibles
donde te espera mi yo desconocido,
sembrado por ti desde mi inicio,
y germine mi futuro
rompiendo en silencio
con el verde de sus hojas
la tierra machacada
que me sepulta y que me nutre.
Déjame entrar dentro de ti,
para mirarme desde ti,
y sentir que se disuelven,
tantas miradas propias y ajenas
que me deforman y me rompen.

(Benjamín G. Buelta, SJ)


 

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