Una sencilla regla
“Entrad por la puerta estrecha”
(Mt 7, 6. 12-14).
Tratad a los demás como queremos ser tratados, es una clave en las relaciones que nos ayudará a superar conflictos, potenciar el contacto, despertar la confianza, crecer en el cariño y sembrar el bien.
Es ancha la puerta del egoísmo, de la soberbia, del odio,
de la distancia, de la autoformación prepotente. Confiemos en el Evangelio y su
luz que nos invita a una sencilla regla: "todo
cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a
ellos"
La puerta estrecha supone aceptar que muchas veces hay que agacharse a servir, que la perseverancia y la espera forman parte de nuestra vida... Lo importante no es el tamaño o la facilidad para entrar sino que está abierta y que Él nos está esperando.
Jesús crucificado es la puerta. Es angosto el camino porque renuncias, para recorrerlo, a la propia voluntad. Tienes que despojarte, como dijo san Ignacio, de libertad, memoria, entendimiento, como fue despojado Jesús. Pero en esa desnudez, te abraza el Crucificado, imprime en tí sus llagas y podrías morir de un ataque de alegría
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