Dios siempre nos sorprende

 


"Juan es su nombre" (Lc 1, 57-66. 80)


Hoy celebramos el nacimiento de san Juan y lo hacemos porque nació santificado en razón de la visita de quien llevaba en su seno al verbo encarnado, la Nazarena

Juan tiene un nombre relacionado con su misión.

Rompe la tradición familiar de cómo llamarse.

Suelta la lengua de su padre al escribir su nombre.

Siembra inquietud entre sus paisanos.

La mano del Señor lo guiará, y lo hará voz que anuncia y denuncia.

Como Juan el Bautista, estamos llamados a ser para los demás una humilde señal que indique quién es el Señor, el Salvador, el que puede llenar nuestra alma de alegría y paz.


 
Seguimos naciendo de las fuentes del Espíritu.
San Juan Bautista abrió el camino y allanó los senderos a Aquel que traería el Agua del amor infinito de Dios.

Tenemos que dejarnos sorprender por Dios.

Sus planes pueden parecer descabellados... no es así.

Su voluntad es la que tenemos que aceptar con gozo.

La sorpresa no puede ser rechazo sino admiración.


Quisiera, Señor, ser como Juan, saber presentarte a la gente, hablar de Ti con entusiasmo y demostrar lo gozoso que se vive contigo.
Siento deseos de contárselo a todos, pero no encuentro las palabras adecuadas y al hablar de Ti te minimizo, te convierto en rutina, en vez de novedad.
Para hablar de Ti, te pido palabras claras, para contagiarte, te pido ideas ordenadas, para ilusionar contigo, te pido entusiasmo y para transmitir fe, te pido que me llenes de amor.
Me gustaría decir a los cuatro vientos, que contigo las penas se vuelven llevaderas que a tu lado las dificultades se hacen retos y que contigo lo mejor de la vida es aún más bonito.


 

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