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No podemos llegar solos a Cristo.

 

“El que haga la voluntad de Dios, 
ese es mi hermano y mi hermana y mi madre”. 
Mc 3, 31-35.


Y lo es no por ser fiel, que lo es, sino porque somos elegidos por Dios como hijos predilectos a los que llama para una misión excepcional que vivimos cada día. 

Con Jesús llegó también un nuevo tipo de familia: la de los que anuncian y realizan el Reino de Dios.
Familia por encima de lazos de sangre, procedencias físicas o mentales.
Una familia que acoge, comparte y protege.

¡Una familia que nos hace a todos hermanos!

¿Cuál es la voluntad de Dios para mí hoy y ahora? 
La mirada de Jesús va más allá de la pura biología.
Penetra en quienes hacen la voluntad de Dios.
Su mirada ahonda en los vínculos más profundos de nuestra humanidad.
“Hágase tu voluntad”.
Dejar que Dios haga, querer lo que Dios hace
 
«Estos son mi madre y mis hermanos»
La comunidad cristiana es la familia que nos acompaña en nuestro caminar.
No podemos llegar solos a Cristo.
 
La voluntad de Dios pasa por dejar sitio al otro.
Su voluntad nunca puede ir en contra de la persona.
Es ponerse en manos de Dios.
Su voluntad está al lado de los que Él llama bienaventurados.
Su voluntad es amarnos, hacer su voluntad es amar.



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